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2023, año agridulce
El país estuvo andando en primera todo el año, es decir casi parado.
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Sábado, 23 de Diciembre de 2023

Resumiendo, 2023 es otro año de pandemia, solo que de la pandemia política que significó la llegada de Gustavo Petro a la presidencia; sus declaraciones “provocativamente ignorantes” y más propias de un “averiado rebelde institucional”, a decir del filósofo Fernando Savater, ocuparon la agenda política, económica y social colombiana, mientras muchos arrepentidos recapacitaban sobre el error de su voto. El país estuvo andando en primera todo el año, es decir casi parado, y los indicadores del país muestran el daño que ya se ha causado.

Pero el gobierno Petro también desnudó la pobredumbre política del modelo de presidencia imperial centralista en Colombia. Ver a partidos como el liberal y conservador como partidos de gobierno y a sus parlamentarios  “vendiéndose” como cualquier meretriz, apoyados solo en su “conciencia”, según ellos, sin importar la representación ciudadana que ostentan, es insultante. “Conciencia” acomodada a la mermelada abierta y desvergonzada del gobierno. Para el 2026 será bueno, ahí sí, ser conscientes que el problema político no se soluciona saliendo de Petro, sino cambiando el modelo que llevamos. Faltan más de dos años de pandemia política, pero que parecen más llevables que este 2023, que solo dio esperanzas con los resultados de las elecciones regionales. No se cuantos de nuestros alcaldes (especialmente los de áreas metropolitanas) y gobernadores entenderán su importancia histórica en este momento de no dejar hundir más a Colombia en la hecatombe progresista. Ojalá haya más de uno que no sea “centralista” de corazón.

Alegra también que este año Ecuador y Argentina dejaron de elegir presidentes zurdos, mostrando la luz al final del túnel para América Latina. En particular, como le vaya al argentino Milei, marcara un norte desde el Sur para los  latinoamericanos. Si el Esequibo enfrenta a Venezuela y Brasil, eso marcará un parteaguas de la izquierda latinoamericana. Tengo fe en la torpeza de Maduro, aunque también en el “progresista”apaciguamiento gringo; difícil escoger.

La inflación y su correspondiente subida de las tasa de interés frenaron aún más la ya políticamente afectada economía colombiana y nos tiene ad-portas de una recesión. No nos fue peor porque el malestar social impidió que Petro profundizará más la crisis, pero el año se perdió, terminando agridulce porque nos fue mejor de lo que nos hubiera podido ir.

En muchas ciudades hay esperanza en las nuevas administraciones municipales, más por lo que se va que por lo que llega. Sería interesante que como comunidad exijamos más a los nuevos gobernantes locales, porque en realidadnos afecta más lo que haga o deje de hacer la administración municipal que la administración nacional. Las ciudades son entes físicos reales donde hacer gestión; el estado, un ente político. En vez de embebernos otros años en lo que dijo Petro o alguno de sus ineptos ministros, nos debemos dedicar a hacer ciudades orientadas al desarrollo sostenible y no a la mendicidad ante un gobierno nacional soberbio, incapaz e ideologizado. Colocar los motores para lograr una red social basada en la confianza sobre un territorio técnicamente pensado con el ciudadano como objetivo central no con el omnipresente estado, a la vez que se lucha por descentralización real, nos pondría en camino a abandonar el irredento subdesarrolloque hace pasto fácil de “progresismos” políticos. No es el alcalde o el gobernador quien lo logra, es la sociedad civil organizada que logre definir un futuro de ciudad común.

Empezar a crear grupos ciudadanos de estudio de la ciudad que queremos, apoyados en charlas barriales de expertos en desarrollo urbano, nos puede llevar a lograr una visión de ciudad en la cual trabajar y exigir a los futuros mandatarios. Planificación de abajo hacia arriba.

A mis amables lectores les deseo unas felices aunque austeras fiestas y un nuevo año que solo podremos hacer próspero entre todos sin esperar impulso del gobierno, porque ya debe ser claro que este modelo estatal y en particular este gobierno, no son la solución, son el problema.

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