El año 2024 cerró con la aplastante victoria de Donald Trump en Estados Unidos y 2025 empezará con la caída del chavismo en Venezuela. Los cambios profundos será la tónica del 2025, el año definitivo para las elecciones de 2026 en Colombia.
Ya se empiezan a desmontar todas las mentiras del Progresismo sobre Donald Trump en política exterior. ¡Va a abandonar a Latinoamérica! Los progresistas gringos permitieron casi un lustro más de chavismo, no por inocentes sino por filiación ideológica. Trump si viene por el chavismo en moñona con Cuba y ojalá, Nicaragua.
Y la mentira de Trump regalándole Ucrania a Rusia, es otra que se cae, cuando se ve como Trump ha apoyado, y según algunos, sugerido a Biden radicalizar el conflicto para que Rusia no se crea “ganador” y entienda que Trump no le va a regalar nada, menos ahora con una Europa armándose. Trump entiende que Rusia es una amenaza para Europa.
Esos desarrollos internacionales, más lo que viene con China influirán en Colombia. Por eso, en 2025 la administración Petro pasará de ser un aliado estratégico del gobierno progresista de Biden a ser un objetivo a presionar para colaborar con las políticas de Trump o a ser descertificado y considerado peligroso para la seguridad nacional de Estados Unidos, ahora en estrecha colaboración con enemigos declarados de Petro como Milei y Netanyahu. En 2025 se destapará la olla colaboracionista de la izquierda latinoamericana con el crimen organizado, sean carteles narcos o grupos radicales y terroristas, también afectos al tráfico de drogas.
Será un año difícil para Petro, en el cual aparecerá el Nobel a "ayudar" a Petro con su imagen internacional, proponiéndole ser más centrista, cambiando a ministros, tan radicalmente activos ideológicamente como ineptos e incompetentes, por santistas más serios que le darán opción al santismo para 2026. ¿Accederá Petro a retomar la vieja alianza? ¿Podrá el Nobel lavar la cara internacional de Petro? Lo primero parece probable, Cristo mediante, lo segundo será más difícil pues la nueva cúpula de política exterior estadounidense conoce el sucio santismo del camaleónico centro.
Y si en Chile y Alemania gana la Nueva Derecha, el ambiente internacional se enrarecerá mucho más para el Progresismo. Será un año de cambios profundos. Es un mundo en conflicto, pues se dejó llegar muy lejos el Progresismo y su hijo natural, las autocracias; hay que rectificar el camino, aunque los progresistas ante esta rectificación acusará a la democracia de fascismo y guerrerismo, cuando no de genocidio como hacen los terroristas de Hamas y Hezbolá con la caja de resonancia de los medios progres en el resto del mundo, en especial en Europa, que solo se siente bien en la izquierda.
El problema es quien podrá neutralizar el daño del gobierno Petro desde la Derecha, a la cual se querrá infiltrar como burro de Troya, en la famosa frase de la española Cayetana Alvarez, el santismo. Todo parece más de lo mismo; pareciera que los doce años de petrosantismo destrozaron la capacidad de reacción del país.
De dos candidatos me ocuparé en esta columna. Vicky Dávila, periodista con buena trayectoria, tiene buenas intenciones pero es difícil creer que tenga nivel de estadista, que es lo que hoy necesitamos. A nivel de alcaldes nos hemos llevado muchas decepciones con buenas personas y pésimas gestiones. Vicky necesita aprender y estudiar.
Por otro lado, Germán Vargas Lleras puede tener ese perfil de estadista, pero queda la duda de su relación con Santos. No es un títere como Alejandro Gaviria, pero no creo que Vargas “identifiqué” a Santos con Petro. Y esa duda, es grave. Tal vez una candidatura presidencial de Germán Vargas Lleras con vicepresidencia de Vicky Dávila, quien si tiene bien calibrado a Santos, daría confianza. Veremos. Aún esperamos que surja alguien con una propuesta de cambio de modelo hacia la democracia liberal que aglutine el país. Ojalá, porque otro gobierno petrosantista sería el fin del Estado colombiano.
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