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¡Ahora, si nos la compusimos!
Grave que jueguen con la Paz en un Palenque fangoso donde dos convictos, sean los alfiles de la partida, con los salarios al medio como pretexto.
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Jueves, 17 de Octubre de 2024

Pues este localismo nuestro, surgió como una expresión despectiva, para referirnos a algún personaje del común o del disparate, que pretende llamar la atención con cualquier idea rebuscada y lanzarse al estrellato.  Paradójicamente a veces sucede que los personajes ya son estrellas fulgentes en trance de opacidad, viudos del poder o a punto de serlo que, con cualquier pretexto buscan componerse polarizando el país.

Andan en el juego de vanidades personales, propias de los caudillos que sacrifican el bien común. Lo reprochable en esta Colombia de Dios, es el pretexto pervertido que utilizan, manipulando los salarios como medio sucio, para impulsar una reforma laboral.  

El salario desde los tiempos bíblicos es sagrado. Ya en el imperio romano a los hombres públicos y a los soldados valientes se les remuneraba con un producto valioso como la sal, que era sazón, evitaba la deshidratación de los cuerpos y conservaba los alimentos, era antiséptico, antihemorrágico y curativo de las heridas, y hasta medio de cambio o “salárium” .

Los medios informan que caudillos y caudillitos   andan enfrentados en sucia reyerta del congreso de la república, en balcones y ventanas unos preocupado porque la reforma laboral no es neoliberal y en consecuencia afectaría la Macroeconomía del país y a los empresarios y no haría viable muchos negocios, por los recargos en el trabajo nocturno y los dominicales y las licencias de paternidad y quedaríamos peor que Brasil, Perú y Chile.  Sin “semana de receso” para disfrutar de las lunas de octubre. 

Otros desde balcones y ventanas rememorando a Aureliano el de la revolución, con pullas personales reviran que quienes han sido patronos rurales, no pueden ser amigos de los trabajadores y así borran el sector privado, que genera el 80% del empleo en Colombia. ¿Habrase visto?

Definitivamente los balcones y ventanas no dan altura y arrasan con “la revolución de la vida”.   

Ahora sí, ¡nos la compusimos!  


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