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Cayendo el dúo Diosdado-Maduro y sus secuaces, ¿qué va a pasar en Venezuela?
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Sábado, 2 de Febrero de 2019

Entra Venezuela en una nueva etapa en su búsqueda de abandonar el chavismo (dirigido por el castrismo cubano), que esperamos culmine en la salida hacia una democracia real. Por como Cuba ha jugado sus cartas, haciendo a Venezuela peón del juego geoestratégico mundial, parece difícil solucionar el tema de Venezuela sin atender simultáneamente el problema cubano. Sería una moñona importante. Quien también parece estar jugado contra el eje Cuba-Venezuela en este momento es Brasil, y es bueno recordar que son la segunda fuerza militar del continente americano y la número catorce del mundo. Es una oportunidad para Brasil, que duró tantos años enredado en el socialismo retardatario, de dejar de ser una potencia del sur, para empezar a ser un verdadero poder regional. Habrá que ver cómo se desarrolla el tema venezolano con el apoyo entusiasta de Rusia, y el menos entusiasta de China, quien sólo quiere garantías de pago a su “inversión”. Estados Unidos buscará neutralizar a Rusia con la OTAN y negociar con China. Todo esto que está pasando, a diferencia de lo que piensan algunos, es debido a la debilidad que mostró el gobierno Obama con las amenazas socialistas. Una vez más el apaciguamiento no lleva a la paz, sino a agravar el conflicto.

Metiéndonos ya en lo interno y declarado Guaidó presidente interino de Venezuela, con el reconocimiento de los mayores países del continente americano y la comunidad europea, excepción hecha de la México de AMLO (el nuevo mamerto del barrio), y con una ciudadanía lanzada a la calle, el régimen Maduro-Diosdado (o al revés, como se prefiera) parece que enfrenta su momento más peligroso, sin que se vean salvavidas “pacificadores”, como la mano que en su momento les dio el papa Francisco. Parece que estamos en el fin del fin (aunque así estábamos con las farc, cuando Santos decidió volvernos al principio del principio), pero no podemos saber cuánto durara; nos hemos acostumbrado a ver este régimen chavista, más como una enfermedad crónica, que como un parasito mortal que requiere eliminación.

A pesar de eso, parece pertinente preguntar: Cayendo el dúo Diosdado-Maduro y sus secuaces, ¿qué va a pasar en Venezuela, una vez esos personajes vayan a la cárcel en su país o en el exterior? Sé de al menos un grupo en la Universidad de Harvard (dirigido por Ricardo Haussman), que viene trabajando en cómo hacer la transición de un estado fallido a una democracia de economía de mercado. Supongo que hay más grupos similares, pero lo que deberán ajustar estos estudiosos es el grado de destrucción socio-económico, político y de la infraestructura del país, la cual con seguridad será mucho más grave que cualquier estimativo. La sola valoración de los pasivos de Venezuela con otros países, dará la medida del tamaño del daño. La reconstrucción será mucho más larga y dolorosa de lo que pensamos. El mismo Haussman advierte que tomará años a Venezuela comenzar a pagar deuda. Ese país perdió su mejor capital, los venezolanos altamente capacitados y entrenados, en aras de sostenerse en unos militares profundamente corruptos y profundamente ineptos. Varias generaciones costaran, si se logra, recuperar ese capital que salió del país. Porque quien decide ir al exilio, se desarraiga con dolor de su tierra, y si logró armar una nueva vida en patria extranjera, regresar sería un doble desarraigo. Muchos de los más capaces no volverán. 

A la alegría de la caída de los barbaros, seguirá el guayabo de la reconstrucción, y por un tiempo largo, el pueblo venezolano deberá demostrar una vez más su carácter, soportando ese extenso período, que a menudo se verá estéril. Y no faltaran desde dentro, y desde fuera, particularmente de Colombia, donde anidan los terroristas que apoyan el régimen madurista, hoy convertidos en flamantes congresistas, y sus “divisiones inferiores” en medios de comunicación y otros sectores, los que reclamen que lo que cayó era mejor que lo que había. La Venezuela petrolera deberá reconstruirse en un mundo que deberá abandonar de manera franca el uso de los hidrocarburos, es decir, deberán ver como dejan de depender de un commodity cada vez más inestable. Eso es nuevo para ellos en un siglo.

Cúcuta deberá ayudar en la reconstrucción, olvidándose de la Venezuela saudita de la que una vez vivimos con despreocupación por el futuro. Ahora será a otro precio, donde el éxito se logrará apelando a la inteligencia, y no, a la consabida viveza “cucuteña”. Y será para Cúcuta un punto de inflexión en su desarrollo, recordando que cuando el comercio binacional movía diez mil millones de dólares al año, Cúcuta solo veía pasar los camiones; el negocio era ente Bogotá y Caracas, Cúcuta era solo parada aduanera. Al principio dije, que hay grupos pensando que hacer con Venezuela “al día siguiente” de caer el chavismo; en Cúcuta no conozco a ninguno que esté en eso, aún hoy. Si no planteamos estrategias comunes binacionales que surjan de la región y no de comisiones binacionales nombradas en Bogotá y Caracas, tales como un área metropolitana binacional con eje Cúcuta-San Cristóbal que nos de independencia, habremos perdido la mejor oportunidad para un nuevo impulso al desarrollo. Si lo desaprovechamos, por muchos años seremos una frontera nebulosa, pérdida en el aislamiento y el subdesarrollo. It’s showtime, dicen los gringos.

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