Amables lectores: soy un convencido que por causa de la pandemia hemos perdido o estamos perdiendo muchas cosas. Muchos aplauden el teletrabajo mirando solo el aspecto de ahorrarnos el viaje a la oficina, pero sin entrar a analizar que verdaderamente hemos perdido calidad de vida. Hoy al trabajar desde el hogar nos vemos avocados, no a una jornada de trabajo legal de 8 horas, sino a estar disponibles durante el día entero. Sin razón alguna, muchas empresas creen que trabajar desde casa, es sinónimo de estar siempre disponibles para ellas, como si las otras necesidades que consumen gran cantidad de tiempo, como dormir, asearse, cocinar y comer se vuelven inexistentes por el simple hecho de trabajar desde casa. Afirma Adolfo Zableh, que parece que laborar bajo este parámetro implica que todos quieren más de nosotros.
Esta claro, que no solo entra en disputa nuestro tiempo, sino también el dinero. Algunos bancos y otras empresas de servicio presionan con llamadas para ofrecer productos, disfrazados de promociones y se vuelven agotadores con su insistencia. Presionan no solo a través del celular, sino en el fijo, el correo electrónico y te acosan buscando que les respondan afirmativamente o les des una explicación que a ellos les satisfaga sobre el por qué no aceptas su extraordinario regalo. En el hogar se vivía unos ratos de ocio, llenos de paz y tranquilidad que hoy inverosímilmente, aunque pasemos más tiempo en casa, esta calidad de vida se ha ido perdiendo.
Si usted viaja en avión ha perdido el derecho de llevar equipaje en bodega. Ahora esto es un extra y hay que pagar por ello. Al pasajero se le busca sacarle su dinero como sea. Por escoger la silla, por ver una película, por beber o comer y lo más inaudito, te cobran por llevar maleta. ¿Será que las empresas aéreas piensan que el cambiarse de ropa en el lugar de destino no es una necesidad sino un privilegio?
Al subir el dólar, también perdimos poder adquisitivo. En otras palabras, todos nos hemos vuelto más pobres. La devaluación ha sido la gran excusa para subir precios. Si usted pregunta y se sorprende por qué algo ha subido en forma desmedida se responsabiliza de esto al aumento del dólar. Si la ropa está impagable es culpa del dólar, aunque se produzca en Colombia. Igual pasa con los alimentos que producimos que se encarecieron por culpa del dólar. Si no es por el dólar, es por los paros, bloqueos o la pandemia. En fin, aprendimos que cualquier excusa puede ser válida para poner todos los precios por las nubes. Nunca he podido conjugar que si el dólar nuevamente baja o cesan los paros y los bloqueos o disminuye la pandemia con sus contagios ¿por qué los precios no vuelven a bajar?
En los restaurantes eliminaron los menús físicos con la excusa que es para evitar los contagios cuando la verdadera razón es para subir los precios y cobrar lo que les provoque, sin asustar de entrada al posible cliente. Otra secuela de la pandemia es la inseguridad que se vive en Colombia. Los delincuentes nos asustan como el Covid-19. Al salir a la calle y entrar en contacto con otras personas. No se sabe cuál de los dos puede atacar. Hay miedo ciudadano y se corre el peligro que la gente se acostumbre a convivir con esta tragedia. Se requieren medidas contundentes y urgentes. Que se aumenten las penas a los delincuentes reincidentes y que en las capturas no existan errores que produzcan impunidad. Se necesita una ciudadanía unida a la Policía para denunciar y con unos jueces comprometidos y una real política carcelaria.