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Bienvenidos, historiadores
Se saben la historia al derecho y al revés y se la recitan a uno de pa´lante y de pa´tras.
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Jueves, 26 de Agosto de 2021

Los historiadores son gente muy seria. Y muy docta. Se saben la historia al derecho y al revés y se la recitan a uno de pa´lante y de pa´tras, sin quitarle una coma ni ponerle un paréntesis.

De ellos no puede decirse que se las saben todas y las que no saben se las inventan, porque ellos no inventan. Dan fe de que lo que dicen es cierto, porque para eso han estudiado y han aprendido y van a las fuentes. Ni forma que a ellos, en cuestiones de historia,  se les pueda meter los dedos en la boca fácilmente.  Quieren ir sobreseguros de que la historia es, como dicen los abogados, la verdad verdadera. Y se ponen bravos con los que andan por ahí diciendo cosas de historia que no son historia.

Pues bien. Desde hoy se congrega gran parte de los historiadores del país, y algunos de Venezuela, en la Villa del Rosario, que el otro día se llamaba Villa del Rosario de Cúcuta. Vienen a conocer y a profundizar y a repasar y a enseñar todo lo que saben sobre el Congreso que se reunió allí en La Villa, hace doscientos años. Vienen por el mismo camino por el que vinieron dos centurias atrás, los delegados que venían a dictar la primera Constitución para la naciente república, llamada Colombia.

Falso, dirán nuestros invitados: “No es el mismo camino”. Y es cierto. No es el mismo camino. Aquellos viajaron a pata o a lomo de mula por trochas, caminos de barro y piedra, tuvieron que atravesar ríos crecidos, soportar aguaceros y soles furibundos, para venir a hacer patria, o mejor, para venir a organizar el despelote en que la Nueva Granada había quedado después de las guerras de independencia. Estos, en cambio, los de ahora, nuestros amigos historiadores, vienen sabroso, a darse su baño de popularidad, a cumplir con aquella obra de caridad que dice “Enseñar al que no sabe”, y a darle altura a la celebración en que estamos empeñados cucuteños y villarosarenses.

Bienvenidos, les decimos, y les damos palmaditas en la espalda, mientras les diremos ciertas cosas que tal vez no sepan, pero que deben saber: que por ejemplo, el templo al que llamamos Templo Histórico, no es el templo histórico en cuya sacristía se reunió aquel congreso hace dos siglos. El verdadero, uno de teja y barro, lo derrumbó el terremoto de 1875. En el mismo lugar, se inició otro templo, elegante, hermoso e imponente, pero sólo hicieron el presbiterio, para poner allí al Padre de la Patria, al Libertador Simón Bolívar. Esto lo digo en voz baja, y les ruego no divulgarlo, para que los enardecidos enemigos de las estatuas no se metan a la brava y nos derriben la imagen de don Simón.

También deben saber que el actual museo La Bagatela, donde se hospedó Antonio Nariño durante el Congreso, no tiene nada que ver, aparte del nombre, con la Bagatela, el periódico de Nariño en Santafé. Hubo allí una tienda, a la que el dueño llamó La Bagatela, y algunos dicen y enseñan que allí Nariño imprimía su celebérrimo plegable. Nanay cucas.

Pero también les digo a nuestros amables visitantes, que  se peguen su escapadita a Cúcuta, donde encontrarán la ciudad más amable de Colombia, con un río de pocas aguas pero de muchas brisas, y que miren de noche nuestro  Faro del Catatumbo. Se quedarán boquiabiertos. Y prueben nuestros pasteles de garbanzo, únicos en el mundo, y conozcan nuestras calles, arborizadas y anchas como el corazón de los cucuteños. Bienvenidos, amigos.

gusgomar@hotmail.com

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