Dice la Biblia que el Señor regañó a Pedro, su principal discípulo, por ponerse a cortar orejas en momentos en que los tenían rodeados las tropas romanas. Aquí pasa lo mismo: el Gobierno está en una situación que no le permite crear nuevos impuestos, pues el palo no está para cucharas, y el ministro de Hacienda, personaje que inclusive tiene en la nómina oficial, como embajadora, a una hermana, tiene la osadía de ponerse a cortar las orejas de los resignados colombianos, quienes no tenemos de donde sacar un centavo más.
¿El dinero que quiere recaudar el alcabalero mayor es para mejorar la situación de los resignados jubilados o para cancelar las deudas de la salud, que tienen acosados a varios hospitales, como el del Valle? No. Es para cubrir los gastos del Gobierno, entre los cuales se encuentra uno totalmente absurdo: inmensa suma, nada menos que $483.000 millones anuales, unos $1.323 millones diarios, destinados a pagar escoltas, carros blindados, viajes y viáticos para cuidar la ‘’preciosa’’ vida de unos ocho mil privilegiados, entre quienes se encuentran el exprocurador y autocandidato, Alejandro Ordoñez, quien tiene 19 escoltas y nueve vehículos para toda su familia, y el senador Álvaro Uribe , quien se dice tiene 300 escoltas. Además, todos los concejales capitalinos, los parlamentarios, los alcaldes, los gobernadores y los burócratas de todos los pelajes. En total, ocho mil privilegiados. Hace unos años, personaje conservador que quería sentirse importante, andaba en blindado con un escolta. Se había designado él mismo como candidato presidencial.
En el absurdo rubro de la seguridad de quienes deberían seguir el ejemplo de concejal capitalino que viaja siempre en bus, se gasta suma diaria que sacaría de afanes a los hospitales, que no tienen recursos para pagar a los trabajadores. Quienes necesitan seguridad, podrán suprimirla cuando se firme la paz con la guerrilla, que era la responsable de la mayoría de los atentados y los secuestros. Pero como somos país absurdo, hubo gentes que prefirieron la guerra a la paz. ¿Será mucho pedir que quienes necesitan seguridad sigan el ejemplo de los empresarios, que la pagan de sus propios bolsillos?
Tomándome atribuciones que no me corresponden me permito sugerir, como periodista independiente, que la inmensa suma que se gasta en seguridad de los lagartos se destine a cuidar a los ciudadanos de a pié a quienes roban, atracan y asesinan por falta de policías, quienes se destinan a cuidar embajadas, congresistas, concejales y otros animales de la fauna y que, desgraciadamente, no tienen las suficientes garantías para su trabajo, hasta el extremo de que muchos son asesinados y dejan a su familia en competo desamparo. Creo, sin tener ningún interés personal, que a las familias de los policías muertos en cumplimiento del deber, deberían adjudicarles vivienda gratis. Ser policía es un honor que cuesta se decía en otros tiempos, cuando este país no había caído todavía en las garras de quienes desataron la violencia, hace ya sesenta años, sin que hasta el presente se haya hecho justicia, como en Argentina, contra quienes nos hicieron ‘’el favor’’ de soltar al monstruo del crimen. Algún día, espero, se sabrá quienes casi acaban con Colombia.