Desde el inicio del actual gobierno nacional los expresidentes Andrés Pastrana Arango y César Gaviria Trujillo se adelantaron a solicitar desde sus respectivas formaciones políticas algo que es de Perogrullo y es válido recordar ahora: la única fórmula para evitar la prolongación del actual régimen como gobierno nacional es la unidad de la oposición, esto es, candidato único de los partidos y movimientos políticos que comparten ideología. Es fácil enunciarlo, pero sabemos cuán difícil es cristalizar la idea, porque en ello entran en juego los egos de candidatos y la tradición de algunos partidos políticos que no se resignan a desaparecer o asociarse, aunque tienen muy mermadas sus filas. Se aduce muchas veces que la fórmula es que todos entren en competencia en determinada contienda electoral con el compromiso que el mayoritario será apoyado como candidato único. El exvicepresidente Germán Vargas Lleras también acaba de proponer esta fórmula en reciente columna de opinión. Esta idea es fácil expresarla, pero difícil concretarla. Así sucedió en el vecindario en lo corrido del siglo XXI.
Hasta la fecha, donde los aspirantes apenas empiezan a prender motores para la campaña presidencial de 2026, prácticamente con año y medio de antelación, en el sector de la oposición varios candidatos se han asomado, unos con más fuerza que otros. El primero que salió a la palestra fue Miguel Uribe Turbay, actual senador de la República, quien confirmó el domingo 20 de octubre que será precandidato a la presidencia de la República. Lo hizo en forma espectacular en redes sociales, lo que desató la ira de otras precandidatas de su corriente política. La senadora María Fernanda Cabal ha expresado su intención de ser precandidata, lo mismo que la senadora Paloma Valencia Laserna, ambas del mismo partido político y no se deciden a oficializar. Aunque muy preparadas creo que se han corrido mucho a la diestra ideológica. El cartagenero Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda, general del Ejército Nacional de Colombia, retirado de la institución por el actual gobierno, anunció su interés de presentarse como precandidato presidencial, previa difusión de su libro El honor del deber cumplido. Una vida construyendo país. Recientemente alguien recordaba que “el último candidato presidencial que en su vida pública llevó el uniforme fue Gustavo Rojas Pinilla”. Además, la experiencia de militares candidatos no ha dado buen resultado. El último que se empleó a fondo fue Harold Bedoya Pizarro. En fin, todos los mencionados anteriormente son candidatos del Centro Democrático. Tienen el derecho constitucional e innegable a presentarse y buscar el favor popular.
Como también tiene la misma garantía de presentarse la periodista Vicky Dávila, que, como todos los precandidatos, así como tiene su fanaticada tiene sus malquerientes. ¿Quién no tiene malquerientes gratuitos, sin haberle hecho mal a nadie? Muchas veces el asunto es político porque hay que desprestigiar al contendor, máxime, si tiene posibilidades. Tengo la plena seguridad que a Germán Vargas Lleras le están endulzando el oído, aunque creo que no hay que hacer mucho esfuerzo. Vargas Lleras tiene su electorado, pero también tiene en contra resistencia por su personalidad. Su columna de prensa en un diario nacional es una gran tribuna y es el análisis semanal y bien documentado de los temas de moda en el país. El pasado fin de semana 24 exgobernadores se reunieron en Cartagena para hablar de aspiraciones presidenciales. Mauricio Cárdenas Santamaría, pastranista y exministro de Hacienda, también quiere estar en la partida. No sé qué harán los Partidos Liberal y Conservador. Lo cierto es que la división opositora garantiza la continuidad del desastre económico actual.
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