La palabra “ciclorruta” no se encuentra en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), puesto que ella tiene su origen en la capital de la República en el año 1974, sin embargo su nombre correcto debe ser “ciclovía” por cuanto se trata de un carril destinado únicamente al tránsito de bicicletas.
Lo cierto es que pasadas varias décadas, ni siquiera en la ciudad que les dio vida son respetadas, toda vez que son utilizadas por conductores de motocicletas y peatones distraídos que no advierten el peligro que genera su paso por estos lugares.
En nuestra ciudad, han aparecido muy tímidamente y pensaría que funcionan en el entendido que son cientos de estudiantes que abordan la Avenida Gran Colombia o la Avenida 12E, vía que ofrece un rápido paso al entrada principal de la UFPS.
Las recién demarcadas, ofrecen las condiciones reglamentadas y adoptadas por el Ministerio de Transporte y su ubicación permite a los conductores de este tipo de vehículos, transitar con relativa seguridad, como quiera que las bicicletas forman parte de la pirámide de la movilidad.
No han transcurrido treinta días de su instalación y ya se observan personas con ventas ambulantes que descaradamente ubican su venta de jugos, café, chocolate, etc., y lo más triste es que desde los almacenes salen sus empleados a comprar los productos, generando interrupción del paso de los biciusuarios y todo porque no hay autoridad que haga respetar el espacio público, así la infracción se cometa en plena calle 10, una de las arterias principales de la ciudad.
Pienso que no podemos seguir con la misma historia de los “pobrecitos”, porque de seguro esas son las personas que más critican los avances de la administración y no es la primera vez que destaco algo bueno de su gestión, por cuanto son más las veces que he criticado con dureza aspectos que a mi modo de ver, muestran un espejismo en la gestión del alcalde Yáñez.
El funcionario responsable de la protección de espacio público, está notificado que si no toma medidas contundentes con inmediatez, pronto se llenarán esos espacios de vendedores ambulantes que reclamarán un lugar para vender sus productos en la temporada decembrina y se quedan por siempre, porque de una vez aparecen los defensores de ese tipo de irregularidades, expertos en interponer tutelas, muchas de ellas pésimamente defendidas por las administraciones y de ahí el aumento de la indisciplina social.
Es hora que dejemos crecer a la ciudad, entendiendo que es de todos y no del inmenso grupo de motociclistas que también abordan el carril construido para tránsito de bicicletas, sencillamente porque la operatividad de la autoridad ha sido y es bastante laxa, puesto que si fuese rígida, ellos serían incapaces de violar las normas de tránsito.
Bienvenidas la ciclorrutas o ciclovías y fuertes sanciones a los vendedores ambulantes y conductores de motocicletas que se creen dueños de la ciudad, cuando invaden abiertamente un espacio que le pertenece a los biciusuarios.