El Dane nos ha revelado la cifra del desempleo en Colombia en donde nos muestra que hemos llegado al 24.5% de desocupación, lo que equivale a tener 4,7 millones de desocupados, significando esto que el 25% de la población económicamente activa está sin empleo.
Esta cifra es dramática y constituye el reflejo de lo que está ocurriendo en todo el mundo, pues hasta en los Estados Unidos, la mayor economía del planeta, los resultados han sido catastróficos y millones de personas han solicitado al Estado subsidios de desempleo.
Este dato nos señala que la pobreza está creciendo vertiginosamente, y la clase media se ha colocado en preocupante descenso, perdiendo todo el terreno ganado en los últimos años, y con ellos todos los problemas que de ahí se derivan. Una cifra de desocupados tan alta, significa que la gente no podrá contenerse en la desesperación al tratar de conseguir su comida y las necesidades básicas, lo que hará que socialmente haya una explosión que se traducirá en múltiples muestras de inconformismo y desesperación.
El impacto ya se está viendo, a pesar de las enormes ayudas que se han dado a la población vulnerable, se nota con claridad el efecto doloroso en la gente desarraigada en las calles y en el incremento preocupante de la inseguridad en las principales ciudades colombianas.
Hemos visto el esfuerzo por la reactivación de sectores como la construcción y las obras civiles, pero a nivel empresarial, y sobre todo la pequeña y mediana industria, están padeciendo los efectos devastadores de la crisis derivada de la pandemia, pues sus recursos de caja se agotaron y la inmensa mayoría se quedaron con deudas y sin con qué poder volver a comprar materias primas o contratar personal.
El esfuerzo grande que tiene que hacer el gobierno en estos momentos, es el de endeudarse con la banca internacional, para poder generar recursos que impliquen la reactivación, pues si no es posible atacar el desempleo, no habrá recursos tampoco para el Estado, que aspira a que sus sectores productivos evolucionen a buena marcha para que puedan estar en condiciones de pagar impuestos.
Aparejado a esto, los bancos deben estar en capacidad de suministrar liquidez y líneas muy especiales de crédito, con flexibilidad en cuanto a plazos y a periodos de gracias sin amortización, y con intereses bajos, para que puedan los empresarios en crisis acceder a recursos para recuperar sus unidades productivas.
Si el Estado ayuda a los empresarios en la reactivación y generación de empleo, también se ayudará a sí mismo, pues obtendrá fuentes de recursos vía impuestos. Los grandes esfuerzos tienen que estar dirigidos entonces hacia este fundamental propósito para que podamos salir lo mas pronto posible del terrible atolladero.