Su popularidad crece vertiginosamente, aparentan ser inofensivos para la salud y se comercializan como una opción para dejar de fumar.
La realidad es otra, generan adicción a la nicotina para menores y adolescentes.
Me refiero a los cigarrillos electrónicos y vaporizadores; estos últimos de gran popularidad en la población joven de nuestro país, que no es consciente de las consecuencias y hoy consumen sin ningún tipo de control.
Este problema es alarmante y no puede ni debe seguir pasando desapercibido, sin regulación o control alguno.
Según Adam Leventhal, Director del Laboratorio de Salud, Emoción y Adicciones de la Universidad del Sur de California, fumar era visto por la mayoría como un “problema médico que podría provocar cáncer y otras dolencias físicas”.
Sin embargo, el vapeo “se ve cada vez más como un problema psiquiátrico por la preocupación de que la nicotina está cultivando comportamientos adictivos entre los niños e interfiriendo con su desarrollo cerebral”, por lo que “existe la preocupación de que el cerebro adolescente sea más vulnerable a los efectos adictivos de la nicotina”.
Para el citado científico “los circuitos subyacentes al placer y la búsqueda de experiencias nuevas y agradables se desarrollan mucho más rápido que los circuitos que promueven la toma de decisiones, el control de impulsos y el pensamiento racional”.
Por tales motivos esto “no es meramente biológico, también es psicosocial”, ya que su consumo “puede venir en forma de presión o estrés de los compañeros, lo que puede aumentar la probabilidad de conductas adictivas”.
Es necesario que el Gobierno y Congreso tomen medidas urgentes para reglamentar el uso de cigarrillos electrónicos y vaporizadores.
En este momento hay una falta de regulación sobre la venta, acceso, seguridad y calidad de estos productos.
Al respecto, se debe indicar que el Cirujano General de los Estados Unidos, Vicealmirante y Doctor Jerome M. Adams declaró el pasado 18 de diciembre el uso del cigarrillo electrónico en jóvenes como una epidemia en su país.
Lo anterior demuestra que las grandes potencias están tomando medidas contundentes, mientras que en nuestro país no se respetan las restricciones a productos que tengan tabaco, como ocurre en las redes sociales de las tiendas que los venden.
Por todo lo comentado, exhorto al Ministro de Salud a que expida un decreto como primera medida y al Congreso de la República a que promulgue una ley. No podemos permitir que estos productos sigan causándole un daño irreparable a nuestra juventud. No es prohibir, es regular. (Colprensa)