Amables lectores: para que la solidaridad no sea una virtud aburrida, debe estar acompañada de imaginación para lograr ubicarnos en el lugar del otro y así formar una verdadera sociedad. La solidaridad ¡no puede ser! una herramienta de populismo y menos ser utilizada como plataforma electorera para aspiraciones presidenciales futuras.
La alcaldesa de Bogotá protegida con su imagen de agresividad y su permanente nula prudencia afirma con su habilidad de populista: “La plata no puede ser más importante que la vida”. “Bogotá necesita 2000 UCI con un costo de funcionamiento de $3.800 pesos por día por paciente y por UCI. No veo a los gremios ni a los empresarios colaborando con ese dinero, no ahorren, aporten”. “¿Cuántos mercados para los pobres han puesto los empresarios?”. “Es el momento de dar”.
“Bogotá sola ha colocado $250.000.000.000 para los programas de salud de la ciudad”. Pregúntese, señora alcaldesa, ¿de donde salió ese dinero?, ¿acaso no sería de los impuestos pagados por los presuntamente ausentes empresarios y gremios que, según usted, solo quieren cuidar la economía?
“Bogotá no saldrá de cuarentena - afirma la alcaldesa – hasta no conseguir 1.5 billones de pesos necesarios para tener unos servicios de salud mínimos que Bogotá necesita” y continúa la doctora Claudia: “señores empresarios, es el momento de dar sin pedir nada a cambio”. “Sin salud no hay economía”.
Que lamentable el uso indebido de los medios de comunicación, cuando es de conocimiento público que las empresas, sus empresarios y los gremios no paran de ayudar a los colombianos. Los aportes se dan en efectivo, alimentos y, sobre todo, ¡manteniendo empleos sin ingresos suficientes! La fundación Olímpica, el Grupo Aval, Bancolombia, Grupo Sura, Movistar y Bavaria son solo algunos ejemplos de empresas con aportes para ayudar a personas vulnerables y a sus colaboradores.
No olvidemos que la solidaridad es la capacidad de una persona o de un grupo para producir servicios, bienes, transacciones y valores que contribuyen a la vida digna de otros. La solidaridad es la capacidad de trabajar para evitar y disminuir el dolor de otros. Ser libre es tener la capacidad de darse la orden a si mismo para contribuir productivamente a la vida digna de otros.
La solidaridad y la compasión deben ser comportamientos diarios en una sociedad y no excepcionales. Una sociedad es solidaria si aprende a hacer transacciones ganar-ganar. Las transacciones son: (a) económicas: se intercambia sin ventajas bienes y servicios; (b) políticas: La política es el arte de articular intereses; (c) emocionales: se intercambian sentimientos positivos; (d) sociales: se rotan cargos y roles; (e) culturales: se reconocen distintas formas de ver el mundo; (f) espirituales: se trabaja para disminuir el dolor de otros.
La vida es hacer transacciones. La solidaridad y la creación de riqueza de una sociedad depende de la cantidad de transacciones ganar-ganar. La exclusión, la pobreza y la inequidad son el resultado de las transacciones ganar-perder. Afirma con claridad el premio nobel de economía John Nash, las transacciones ganar-ganar producen riqueza y equidad para todos. “Las transacciones ganar-perder producen riqueza para unos pocos e inequidad para la mayoría”. Por su parte, Bernardo Toro menciona: “La forma práctica de construir solidaridad y prosperidad en una sociedad es aprender a hacer siempre transacciones ganar-ganar y así aprendemos a cuidarnos a nosotros y a los otros”.