El documento de Findeter titulado “Plan de Acción Área Metropolitana de Cúcuta, Territorio Funcional y sostenible”, que se presentó como una hoja de ruta de la región metropolitana, con inversiones por un billón de pesos, según reza la noticia que sobre la presentación del mismo hizo La Opinión.
En la presentación que hacen del documento, escriben desde funcionarios del gobierno nacional, pasando por funcionarios de Findeter, hasta representantes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), resalto el escrito por nuestro tristemente célebre ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, quien nos explica que estos planes son uno de los frentes de trabajo más significativos de Findeter, y que el trazar estos Planes de Acción “les darán la posibilidad a ciudades como Villanueva (24.996), Rionegro (116.400), Sincelejo (274.622), Corozal (no disponible pero inferior a Sincelejo), Villa de Leyva (no disponible pero inferior a 50 mil habitantes), Riohacha (177.573), y Cúcuta en su área Metropolitana, de contar con una planificación territorial adecuada”. Este párrafo permite concluir que para el ministro Cúcuta es de tamaño similar al de esas ciudades y pueblos, que se mueven en un rango de población de 25 mil a 300 mil habitantes según el censo 2018.
Pero a diferencia de lo que piensa el ministro, el municipio de Cúcuta según el censo 2018 tenía 629.414 habitantes; si incluimos los municipios metropolitanos de Villa de Rosario (93.735) y Los Patios (no disponible, pero del orden de los 90 mil como Villa del Rosario), pondría el área metropolitana de Cúcuta con una población cercana a los 850 mil habitantes, ubicándose como la séptima área metropolitana de Colombia (después de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena, como lo resalta el mismo censo).
Entre los proyectos allí esbozados, a los cuales no se les ve un objetivo específico de desarrollo económico, destaco el del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP), que según se lee en documentos del gobierno Santos (los cuales siguen como burocracia del gobierno Duque, siguiendo el programa de Santos), corresponde a “sistemas basados en la operación organizada y moderna del transporte público y colectivo planeado para ciudades intermedias entre 250.000 hasta 600.000 habitantes; una de sus funciones principales es reducir el número de viajes necesarios, actuar y conservar los centros históricos, promover la formalidad empresarial, asegurar el control efectivo de operación y facilitar la movilidad de la ciudad” (presentación Néstor Saenz Saavedra).
Los SETP buscan “ordenar el transporte público” en ciudades con menos de 600 mil habitantes. Para municipios mayores a 600 mil habitantes se aplica el modelo de Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM). El documento “La experiencia del Ministerio de Transportes de Colombia, Proyecto Nacional de Transporte Urbano” del Banco Mundial establece que “El desarrollo e implementación de los proyectos de transporte masivo promueven cambios en las costumbres de los ciudadanos y una transformación en los hábitos de los usuarios/as que utilizan el transporte público colectivo actual pues se reestructuran rutas, paraderos [y el] el plan de movilidad urbana”. El SETP es seguir con lo mismo ordenado, y el SITM es parte de un modelo de desarrollo. Aceptemos en aras de discusión que Findeter trabajó los datos del censo 2005, y no considero sus proyecciones, pero eso contradice otro de sus proyectos, el de lograr mayor integración metropolitana (con una planeación metropolitana del transporte), pues para 2015 el área metropolitana superaba los 600 mil habitantes; es solo que como diría Carrasquilla, y repiten muchos burócratas en Bogotá, “Cúcuta es un pueblo”. No es equivocación, así es que nos ven desde el gobierno nacional.
Pero lo importante no es como lo ven los demás a uno, sino como nos vemos nosotros. Si cada vez que la burocracia bogotana viene a decirnos como “gestionar el pueblo”, nosotros solo hacemos un coro de aprobaciones, muestra que también nosotros nos vemos como un pueblo que no tenemos derecho a exigir proyectos de integración nacional real como el sistema gasoducto-poliducto del Magdalena medio a Cúcuta, y mucho menos pensar en el tren de carga que nos deje en la cuenca del Magdalena, con salida posible no solo al caribe sino al pacifico. Y ni siquiera apoyo para un SITM; sólo estudios para un SETP.
El problema de pensar en pequeño es que hace que a los demás les sea fácil vernos como liliputienses. Ya de por si es complicado que nos quieran imponer un modelo de desarrollo desde el centro (eso que los países industrializados llaman el ineficaz modelo top-down), peor aún es que nos lo impongan sin considerar nuestra realidad, y nos vean a través del sesgo centralista, solo como un pueblo fronterizo. Un buen inicio es no aplaudir esta visión, y empezar a pensar como ciudad y no como pueblo, y dejar de corear todo tipo de aventuras de la burocracia nacional, que siempre tienen una idea de cómo hacernos un “desarrollito”; un tubito o un trencito de juguete.
El inicio en cinco días de una nueva administración es la oportunidad de empezar a desarrollar un plan de desarrollo sostenible de una de las más importantes áreas metropolitanas, con una visión de ciudad que busque recuperar la importancia que una vez tuvo, y abandone de una vez por todas esa imagen de miserableza que expresaba un candidato a la gobernación, quien decía que Cúcuta no es para proyectos grandes sino para venderles “cositas a Bucaramanga y Bogotá”, y elimine del gobierno local la corrupción y la mediocridad crónicas. Sería bueno dejar de vernos como nos ven.
Manuel Guillermo Camargo Vega
Cúcuta, diciembre de 2019