Las noticias no son buenas. Si seguimos por el mismo camino por el que vamos, nuestros herederos tendrán que soportar temperaturas más altas que las actuales, lo que constituye una desgracia para los habitantes de muchas regiones, que se convertirán en verdaderos infiernos y dejarán de producir frutos tan rentables como el café o el cacao,: se achicharrarán las matas que producen los que han sido la base de nuestra economía.
O peor aún, caerán verdaderos diluvios que obligarán a andar siempre con sombrilla y una lancha.
Los problemas no son producidos por algún terremoto o uno de los huracanes que azotan el caribe anualmente. No. El culpable de la desgracia será el mismo hombre, que con su estupidez está acabando con todo, sin pensar que no tendremos un nuevo mundo donde refugiarnos.
Valga la pena señalar que uno de los más grandes sabios que ha producido la humanidad, Albert Einstein, decía que hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana.
La prueba es que el camino que estamos recorriendo nos llevará a unas situaciones desesperadas, que significarán un incremento de dos grados en la temperatura, lo que en plata blanca significa que Bogotá y Tunja dejarán de ser tierra fría y se convertirán en tierra caliente, apta para construir piscinas y darse baños de sol, de esos que les gustan tanto a las mujeres.
No es buena la perspectiva que le espera al mundo, que puede convertirse en un infierno, ya que el cambio del clima significará que desaparecerán muchas playas y casi todos los nevados. Pero lo peor no es el aumento de dos grados. No.
Según estudios oficiales, la temperatura en Colombia puede subir cuatro grados, un fenómeno que representaría la desaparición de muchos de nuestros atractivos turísticos. No habría más Rodaderos ni Cordillera del Cocuy. Habrán muerto debido a que el clima mundial no es un capricho. Además, lloverá sin parar.
¿Quién será el responsable del cambio climático, que constituirá un desastre para la civilización?
No podemos culpar a la oposición ni al gobierno. El culpable será el hombre, que no sabe cuidar los tesoros que nos regaló la naturaleza. Las quemas, el desperdicio del agua y otros errores van a acabar con nuestro mundo. Ya se vaticina que al país le esperan décadas de sequía y lluvias torrenciales, si no se cambia el desperdicio de los recursos naturales.
Los vaticinios no son nada agradables: rebajará la intensidad de las lluvias en varios departamentos mientras en otros tocará comprar sombrilla y lanchas.
Los afectados por el cambio climático no serán solamente los humanos. También sufrirán las consecuencias de la estupidez muchos de nuestros compañeros en el viaje por el espacio sideral.
Morirán de sed el ganado y los animales de corral y se afectarán las fuentes hídricas, que no permitirán la vida de nuestros tradicionales alimentos, como lo bagres, los nicuros y los capaces.
La política ambiental es calificada de torpe por técnico internacional, quien señaló que no se hace nada para conservar los bosques, que son destruidos sistemáticamente por campesinos y empresas madereras, que talan bosques de toda clase de árboles, inclusive algunos que demoran siglos para volver a crecer. Pero este país está formado por personajes como un asesino que confesó veinte crímenes en Monserrate y no demora en quedar libre por falta de pruebas o por maniobras de algún abogadillo.
Si queremos dejarle algún país a los nietos hay que tomar medidas ya para defender los recursos naturales. De lo contrario, rezar mucho y esperar la próxima nave a Marte.