Por ahora y solo por ahora no nos agarraremos de las manos, pero estoy convencido que muy pronto, juntos podremos llegar a donde jamás hemos ido”, José Luis Rodríguez
La epidemia del coronavirus ha transformado de forma súbita muchas de nuestras costumbres, ahora es el centro de nuestras conversaciones y preocupaciones. También el pánico se ha apoderado de muchos por la incertidumbre que tenemos frente a esta nueva enfermedad de la cual estamos aprendiendo cada día, para la que no hay un tratamiento efectivo y es potencialmente letal.
Entre las muchas medidas que se han propuesto para detener la expansión del virus y modificar la curva que muestra el número de casos positivos, se destaca la cuarentena. Son varios los estudios publicados hasta hoy sobre lo ocurrido en China e Italia que confirman los efectos positivos cuando se acatan las medidas ordenadas y el desenlace contrario se observa cuando se hace caso omiso de esas medidas y llegando a consecuencias devastadores. Es por esta razón que hemos abogado porque fuera adoptada esta medida y que se cumpla con todo rigor, aún si es preciso haciendo uso de la fuerza pública.
Estamos en los albores de esta epidemia, hoy se cumple el día 17 desde cuando se hizo oficial el anuncio del primer caso diagnosticado en Colombia, desde entonces, ateniéndonos a las cifras oficiales ha crecido lentamente, lo cual ha ocurrido de forma similar en otros países. Para esta fecha una cuarentena obligatoria se ha decretado para el martes a la media noche, luego del aislamiento a manera de simulacro que se desarrolla en casi todo el país. El ruego hoy es porque no haya interrupción entre el simulacro actual y la cuarentena, sino que debe ser continuo, no interrumpirse para obtener los mejores resultados.
Se entiende que el gobierno ha tenido un comportamiento cauteloso para asegurarse que no haya un desastre económico y que la situación de confinamiento no ponga en peligro el suministro de alimentos. Está visto que el comportamiento ciudadano ha sido ajustado con las circunstancias actuales y no hay una buena razón para esa discontinuidad en la medida que busca la permanencia en casa.
Debemos prepararnos para dar una respuesta efectiva desde el punto de vista sanitario haciendo cumplir los protocolos que garanticen mediante su ejecución el mejor resultado, contando con que se apropien los recursos necesarios, se disponga de los elementos para prestar esa atención que no son únicamente las camas hospitalarias, las UCI, los fármacos que sirvan para minimizar los efectos del virus; sino también que se garantice a los miembros del equipo de salud la protección adecuada para evitar en la medida de lo posible el contagio.
Sin ser alarmista, los días peores no han llegado todavía, pero si nos proponemos cumplir las exigencias de la cuarentena, con todo el rigor que sea necesario, vamos a salir adelante. Las experiencias desafortunadas de otros países nos están enseñando que no acatar el aislamiento social tiene un costo muy alto en infectados y en vidas, sobre todo entre los más viejos. Siguen siendo válidas las recomendaciones del lavado correcto de manos y el uso de tapabocas, que deben ser observadas sin excepción. Si no es estrictamente necesario salir, nos vamos a quedar en casa por el bien de todos.
