Nos estamos enfrentando de manera repetida a una situación en la que la inseguridad sigue cabalgando en la ciudad guiada por el jinete de la muerte. Son muchos los reportes diarios de fallecidos producto de la violencia que no cesa, por el contrario, parece crecer y extenderse a todos los sectores de nuestra ciudad. Lo anterior agrava la ya precaria condición por la que atraviesa la ciudad.

La reapertura de la frontera con Venezuela se esperaba que fuera un medio para resolver parte de los problemas nuestros, habida cuenta que somos una ciudad comercial por excelencia. La verdad es otra porque el movimiento de compradores no se ha incrementado, seguimos en una posición de estancamiento y el flujo de migrantes que provienen del vecino país aumenta en forma de oleadas y arrastran hasta nosotros sus inconvenientes de salud, alimentación sana, atención a la población infantil y otros más.

Esta ciudad no ha sido ajena a la problemática de los venezolanos y les ha tendido la mano. No obstante, los graves problemas en materia social y económica prevalecen allá, por lo tanto, las soluciones de fondo no se producen, sino que se perpetúan y parecen no tener fin, aunque algunas cosas hayan logrado una mejoría parcial, mal haríamos al no reconocerlo.

Tampoco podemos hacernos a la idea que todos los males y hechos anormales acecidos en la ciudad tiene como autores a los migrantes; también están los que tiene como causa y autores a los nuestros, que no paran en sus actos violentos y ponen en riesgo a toda la población con robos, atracos y secuestros. Esto refleja una mala imagen de la ciudad y la desdibuja en el panorama nacional y más allá de las fronteras. Justamente por estos sucesos es que la embajada de los Estados Unidos ha lanzado una alerta a sus connacionales advirtiéndolos de no visitar ciudad donde su seguridad no esté garantizada y justo en esa lista negra están Cúcuta y Norte de Santander.

Los esfuerzos por limpiar la cara de esta fronteriza ciudad se ven empañados por los actos violentos que a diario se registran. No habrá más turismo, tampoco los potenciales inversionistas encontrarán un lugar propicio para hacer negocios o montar industrias, de esta manera estamos siendo todos víctimas de la inseguridad no obstante que las autoridades tengan la intención de marcar un derrotero distinto dentro de un marco más amable y confortable para toda la ciudadanía.

De tal forma que al ritmo que crece la ciudad crecen los problemas y tal vez el más sensible y de mayor impacto negativo es el de la inseguridad, para lo cual hay que buscar soluciones de fondo que partan primero del gobierno nacional, el cual ha propuesto que Colombia sea potencia mundial de la vida y concrete un nuevo contrato social para el buen vivir y el vivir sabroso. Y las autoridades locales con el nuevo alcalde que tendrá de priorizar este aspecto y ser eje vital de su desempeño como gobernante.

Porque nos merecemos una ciudad más segura y pujante, de la cual todos estemos orgullosos.

jorgepabonl@yahoo.com