Esto lo escribió Borges en uno de sus cuentos al referirse a nuestro país. Nada más apropiado que recordar la anécdota del gran escritor argentino sobre quien se han dicho dos verdades: una, que su visión universal en la literatura fue maravillosa y por ello fue uno de los grandes escritores y la otra, que por lo mismo, se cometió un grave error en su vida al nunca haber sido galardonado con el premio Nobel de literatura.
En uno de sus cuentos se narra que en alguna ocasión una noruega se encuentra con un colombiano en el país nórdico, y ella atraída por las costumbres y la cultura de ese lejano país latino, le pregunta que al final ¿qué era Colombia?
Y él, sin pensarlo mucho le respondió, creer en Colombia es un acto de fe, respuesta frente a la cual la muchacha, quizás ya por la atracción, le responde, Noruega también. En ese caso, ya seríamos dos naciones en el mundo en el que creer en sus países es un acto de fe: Noruega y Colombia.
Y claro, haciendo un brusco aterrizaje en nuestra realidad, pues Borges tenía razón, para todo lo que está pasando hoy en día en el país, creer en Colombia es un acto de fe.
Ni aún con la reciente visita del papa Francisco va a ser fácil que aquí haya reconciliación y paz. Por ejemplo, a mi lo que más me preocupa cuando miro y leo todo lo terrible que está sucediendo en Tumaco, es que mucho de eso suceda también en El Catatumbo, y más con verdades como la de que el ministro del posconflicto, Rafael Pardo, ya le ha incumplido al Catatumbo en tres oportunidades.
Probablemente el ministro Pardo que conoce bien la realidad fiscal del país, y que sabrá que en realidad para el Catatumbo no hay mucho dinero, ya para sus adentros, en sus reflexiones dirá el ministro, y yo para que voy para allá, a comprometerme con lo que no puedo.
Es hasta un acto de honestidad del ministro, pero hay que concluir que para Pardo el Catatumbo ya ni siquiera es un acto de fe.
El Gobierno también perdió la fe en las consultas populares que tantos dolores de cabeza le venían ocasionando. Aquí hay que decir que Santos la sacó del estadio, hizo un gol olímpico, pues para acabar con “la guachafita” de las consultas populares no se le ocurrió nada distinto sino a decirle a su ministro de Hacienda que no le volviera a dar plata a ninguna, y que si un municipio quería hacer una consulta, pues que la pague.
Golazo, se acabaron las consultas en Colombia. Ya ni siquiera son un acto de fe. Los grandes inversionistas extranjeros de nuestros recursos deben estar muy contentos con la ocurrencia de Santos, pues eso no la había visto en otros países.
Creer en Colombia es un acto de fe y en Cúcuta también. De verdad que se necesitará mucha fe para creerle al Gobierno en todas las peticiones que por estos días le hicieron el alcalde y los gremios para afrontar la crisis de la frontera. Si creemos de verdad que el Gobierno Nacional nos cumplirá con todo lo que necesita la frontera para salir de su crisis, ya no solo sería un acto de fe colectivo y desprevenido, pues después de ver que el ministro Pardo ya no cree ni en el Catatumbo, pues por ahora como paliativo mejor preocuparnos de la fiesta de Halloween.