Próximos a finalizar el 2024,  podemos decir que las atrocidades que se viven en Europa con la invasión de Rusia a Ucrania, como también con la política -casi consensuada- para evitar la migración de africanos; como la brutal y excedida represalia israelí al crimen de lesa humanidad cometido por Hamas el  7 de octubre de 2023, todos hechos execrables, a los que se pueden sumar masacres y luchas tribales en África de las que se informa poco -como si esos seres humanos valieran menos-, y también en nuestra América Latina en donde la pobreza como resultado de la desigual distribución de la riqueza lleva a que cada vez sea menos valorada la democracia representativa, y en donde el combate al narcotráfico “justifica” muchos excesos que se reflejan en que los derechos humanos, también se encuentran muy devaluados, tenemos un cuadro de generalizada decrepitud, a lo que hay que agregar que -lamentablemente- el crimen organizado está permeando a los poderes del estado en muchísimos de nuestros países.

A lo anterior, podemos agregar el reavivamiento de la guerra civil en Siria, así como la conmoción política en Corea del Sur, en donde el presidente intentó declarar la Ley Marcial para suspender todas las libertades públicas. 

Toda la convulsión descrita ha llevado a que no sean pocos los analistas que comparan la actualidad con lo que ocurriera por allá por la década de los años 30 del siglo pasado, cuando la Europa post I Guerra Mundial se debatía en una compleja situación económica, con serios y no resueltos problemas de fronteras y, con una Alemania abatida y humillada tras la derrota en tal conflagración. 

Acercando la lupa a nuestro continente, nos encontramos con una multiplicidad de problemas, siendo probablemente el avance del narcotráfico en todos nuestros países, el más complejo y difícil de frenar o combatir, porque es tal su poder financiero, que cual plaga ha ido horadando y perforando todos los poderes del estado, no exceptuándose nuestras policías y fuerzas armadas.  Cada vez es mayor el número de expresidentes, jueces, parlamentarios, ministros de estado, oficiales y tropa de los cuerpos policiales y de nuestras fuerzas armadas que son descubiertos por sus alianzas con el crimen organizado.

Para que ello sea posible, no podemos olvidar que la pobreza mayoritaria en el continente posibilita el contar con un contingente casi ilimitado de jóvenes, mujeres y hombres, dispuestos a enrolarse, arriesgando sus vidas, con tal de obtener algún tipo de bienestar material.  Y del otro lado de la acera, tenemos a millones de ciudadanos norteamericanos, canadienses y europeos, con altos niveles de ingreso, con serios problemas de salud mental, dispuestos a palear su angustia, ansiedad y depresión ingiriendo, inyectándose o aspirando diversos tipos de drogas de origen natural o químico.

Los historiadores nos enseñan, que la humanidad no es la primera vez que atraviesa por tanta incertidumbre y riesgo de escalar hacia situaciones de mayor deterioro.  Ocurre, que ahora la información es de una total instantaneidad, lo cual hace que el temor generalizado sea más extendido de lo que fuera décadas atrás.  

Mucho se habla de la inoperancia de los organismos internacionales, singularizando aquello en las Naciones Unidas.  Ello, es cierto en aquellos organismos que tienen una función esencialmente política, pero no ocurre lo mismo con aquellos que se abocan a los temas económicos asi como a los que trabajan en pro del desarrollo social. 

Lo que no se debe callar, para no ser cómplices, es que se ha tejido una burocracia en Naciones Unidas, que bien merecería una poda profunda, para bajar costos y aumentar la eficiencia.

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