Más vale tarde que nunca” reza un viejo y sabio adagio popular. Finalmente el presidente Duque tomó la decisión de decretar 19 días de confinamiento obligatorio, como la única medida eficaz para detener el rápido crecimiento del contagio del Coronavirus en el país. Más allá de la demora, y de que lo haya hecho después de que muchos alcaldes y gobernadores del país, encabezados por la alcaldesa de Bogotá, hubieran ordenado un simulacro de 4 días de cuarentena, es el momento de respaldar y cumplir estrictamente las órdenes y decisiones del jefe de estado. Es una medida acertada y necesaria, sin olvidar que no habrá ningún gobierno nacional, local o regional, que sea capaz de protegernos de esta pandemia, sino lo hacemos nosotros mismos.
Confiamos entonces que el ritmo del contagio se frenará y que las próximas semanas nos salvaremos de una crisis humanitaria y sanitaria como la que tristemente padecen hoy naciones desarrolladas, con muchos más recursos que nosotros, como Italia o España. Vivimos momentos únicos en la historia reciente de la humanidad y para enfrentarlos se requieren medidas únicas. Esperamos todos que el lunes 13 de abril, cuando termine esta etapa que nunca olvidaremos, Colombia tenga la fortaleza, el ánimo y la capacidad para superar esta crisis con el menor costo posible en vidas humanas. Es el momento de la solidaridad, de la comprensión, de la humanidad. Decretemos una cuarentena a la política y unámonos todos para proteger la vida y la salud de los colombianos, hasta superar esta terrible crisis sanitaria. Habrá tiempo después para el debate de las ideas.
Una vez logremos salvar el mayor número de vidas, tendremos que afrontar los efectos económicos y sociales de esta inédita crisis global, devastadores para la economía mundial. En Colombia obviamente no seremos la excepción, con una economía altamente dependiente de los capitales extranjeros y del precio en el mercado internacional de materias primas como el petróleo o el carbón. Tendremos un problema social muy profundo con el desempleo y la falta de ingresos de millones de familias, en la medida en que más de la mitad de la población activa laboralmente lo hace en la informalidad y no tenemos un sistema de seguridad social que nos permita asegurar una distribución transparente y equitativa de subsidios del estado. Para los actuales beneficiarios de los programas sociales como Familias en Acción o Colombia Mayor, se pueden tomar medidas extraordinarias y aumentar temporalmente sus subsidios. Las empresas y sus empleados formales también pueden ser fácilmente identificables. Sin embargo, en la mitad quedan millones de trabajadores independientes e informales que ganan su sustento día a día y ellos deben recibir atención primordial.
La crisis tendrá entonces un enorme costo fiscal. Por ello, hay que tomar decisiones audaces que seguramente nunca imaginamos. Esta crisis no se parece a ninguna de las anteriores, no tiene antecedentes. Afectará los ingresos del estado y el consumo interno. Se requerirán entonces sacrificios y decisiones dolorosas, que en cualquier otro momento parecerían inviables, imposibles de adoptar.
Sin duda habrá que flexibilizar la regla fiscal, pero también hay que pensar en medidas adicionales como la de acudir a un crédito, por una sola vez, del Banco de la República al gobierno nacional y/o la utilización de una parte importante de los recursos de regalías que están en los bancos, eso sí de manera concertada con los departamentos y municipios. Surgirán grandes debates pero si queremos proteger el empleo, prorrogar plazos tributarios nacionales y locales, sostener millones de familias de manera temporal y decretar moratorias crediticias, se necesitarán decenas de billones de pesos que hoy no tiene el estado central.
En fin, primero a salvar vidas, a proteger la salud de los colombianos de manera unida. Cuarentena total a la política y una tregua temporal a la polarización del país. Después vendrá el debate de cómo salir de esta crisis y no será con las fórmulas ordinarias como lo lograremos. Son tiempos únicos y se requieren medidas únicas, medidas que jamás habríamos pensado.