¿Cómo pinta el escenario del área metropolitana de Cúcuta en el llamado “post-conflicto”, que es la fase de implementación de los acuerdos Santos-farc y del tan deseado post-chavismo en Venezuela?. El post-conflicto pinta enredado y se puede identificar con la mayor polarización de la sociedad colombiana desde el conflicto liberal-conservador, mientras que el post-chavismo agoniza, pero muy lentamente. A hoy, la zona fronteriza es un espacio de conflicto, que desafortunadamente se puede agudizar en ambos países. Su principal síntoma, que ya se observa es el bajo crecimiento económico y el aumento de la inseguridad. Llegamos al limbo. Este escenario que se podía prever, como lo hizo este columnista en un especial de La Opinión en el primer trimestre de 2013, no se consideró para hacer mitigación. Como no se hizo nada, otra vez somos juguete del destino.
Si la situación en Colombia se desarrolla positivamente, lo cual quiere decir que la polarización se reduce al crear un nuevo gobierno una condición de institucionalidad mucho más seria, evolucionarán favorablemente la seguridad urbana y la economía. Es claro que eso no se dará en el corto plazo, y si acaso se da, lo será en el mediano plazo.
Venezuela en el corto plazo es una incógnita, y en el mediano, una esperanza. Aunque Venezuela tiene hoy un perfil en extremo mucho más grave que el de Colombia, su evolución puede ser mucho más rápida. Tumbar al régimen chavista se hace ya o el país se pierde, convirtiéndose en Cuba continental, más degradada aún. Tendremos una frontera tipo coreano.
Si el régimen cae en Venezuela, es claro que hay que hacer una nueva institucionalidad, pues el chavismo la destruyó desde la base. Colombia, en cambio siempre camina en el borde del caos, sin llegar a él, por lo que “rehacer” una institucionalidad muy afectada, no se considera y seguimos arrastrando un enfermo con muchas enfermedades crónicas. Una nueva Venezuela, será un nuevo comienzo, distinto y superando los males crónicos que la llevaron a su destrucción. No será un vecino rico incomodo, sino un vecino trabajador en el cual se puede confiar en el largo plazo.
El problema se complica cuando se observa que las opciones de ambos países se influencian entre sí. Una Colombia post-Santos que reinstitucionalice será una piedra en el zapato de la nueva Cuba continental, mientras que será un socio importante en un nuevo amanecer venezolano. Una Colombia mamertizada con un régimen castrista en Venezuela, será campo fértil para aventuras “populares”. Y un terrible vecino para una nueva Venezuela.
En resumen, hay tres opciones para Cúcuta que se pueden visualizar así:
Los puentes internacionales se vuelven casamatas y zona de control militar en un escenario de Venezuela castrista y Colombia reinstitucionalizada ó de una Colombia mamertizada y una nueva Venezuela.
Los puentes se amplían, la logística se impone, las obras aparecen en el escenario de la nueva Venezuela y una Colombia reinstitucionalizada.
Los puentes se llenarán de imágenes de Castro, Chávez y Tirofijo, mientras se comercia miseria al detal y mafia al por mayor, en el escenario de la Cuba castrista y Colombia mamertizada.
Espero que, ya que no hacemos planeación, al menos votemos bien. Se acabó el tiempo para seguir cometiendo errores.