Aunque no he estado en todos las treinta y cinco asambleas de FEDEGAN que llevamos a cuestas los ganaderos, de lo que sí estoy seguro es que la que se sucedió en Barranquilla, terminando la semana pasada, resultó la más atípica, incluso hasta me atrevo a decir que la singularidad trasciende a la de los demás gremios que conformamos el aparataje productivo y de servicios de la economía nacional.
Extraña no más que a tres días de su celebración, la organización gremial disidente y que pomposamente se denomina Nueva Federación de Ganaderos de Colombia - recientemente creada - convocara perversamente a sus apurados afiliados a una reunión que hasta sarcásticamente denominaron “Encuentro de la Prosperidad Ganadera para Consolidar la Paz”... ¡cómo se maltratan esas tres letras! Pues bien, ni más ni menos la instaló el ministro Iragorri y la clausuró el presidente Santos y según cuentan en una intensa jornada académica de cuatro horas, “solucionaron” todos los problemas que aquejan a la ganadería nacional.
Volviendo a la nuestra – esto es a la de FEDEGAN –, está claro que no contó con tan autorizadas personalidades – no faltaba más, como decían las abuelas -, y como libretiado por quienes la quisieron sabotear, brilló por su ausencia la totalidad de la institucionalidad pública sectorial. Banco Agrario, Finagro, ICA, Corpoica, La Previsora, Vecol, Ministerio de Agricultura y tantos otros instrumentos de aplicación de política pública sectorial le escurrieron el bulto a la cita bianual de los ganaderos. Resultó tan clara la apuesta oficial a que la nuestra “apeyuyara”, que el sonoro anuncio sobre la presencia del vicepresidente Vargas Lleras y del jefe del equipo negociador De La Calle Lombana y su abrupta cancelación, confirma ese ladino estilo que caracteriza al Gobierno Nacional.
No obstante, la de Barranquilla, la nuestra, la histórica, la que tantas veces presidieron líderes ganaderos a la postre inmolados, se constituyó en la de la dignidad ganadera. Allí en medio de un claro sentimiento de apoyo solidario que se exacerba en la misma medida en que se dan los abusos de quien no debe terciarse, se logra dejar consignadas profundas transformaciones estatuarias, se renueva en un 60% sus directivos y se da una equilibrada representatividad a todas las regiones ganaderas en que está repartido el inventario bovino nacional. Como representantes de Norte de Santander, COGANOR intentará generar un sano clima de revisión intragremial.
Ahora bien, no hay duda sobre los muy particulares momentos por los que atraviesa la vida nacional. Los acuerdos de La Habana inquietan no solo a los ganaderos, las preocupaciones son transversales a todo el aparato productivo nacional. Evidente sí, el costo que hemos tenido que pagar por advertir allí graves riesgos que ningún otro gremio se ha atrevido a asumir.
Así las cosas, entendí de plano la respuesta que algún líder gremial de provincia le dio a un periodista cuando finalizando el evento, este último le pregunta sobre las razones para que los demás integrantes del Comité Intergremial Nacional mantengan tan genuflexo silencio. Le dijo claro y pelao: “El Manual de Carreño nos enseña que con la boca llena no se habla”. Tal cual.