Hay muchas formas mediante las cuales se podría generar desorden en la ciudad, tal vez un desastre natural o un levantamiento generalizado de la población. Pero lo que nunca fallará con seguridad es el cierre de las principales vías, con cualquier objeto, ya sea para organizar una feria, una competencia deportiva, un desfile o como recién ocurrió, el colapso de una calle porque de la noche a la mañana se formó un cráter en plena vía, cualquier causa, siempre generará un desarreglo de gran tamaño.
No estoy en contra de que haya manifestaciones populares que ocupen y dispongan de las calles durante algunas horas, así sea para divertir a los niños o para dar paso a una carrera ciclística o una maratón, ni más faltaba. Ese tipo de actos callejeros forman parte de la vida cotidiana. Pero la experiencia nos muestra que cada vez que en nuestra ciudad por algún motivo se interrumpe la libre circulación de los vehículos, los embotellamientos surgen por doquier.
Si es imprevista, la situación es grave de por sí, pero crece en magnitud si las autoridades disponen de cierres donde no deberían hacerse, tal como ocurrió con el megahueco en inmediaciones del puente Elías M. Soto en días pasados, lo único que se logró con esa apresurada medida fue agrandar la zona de influencia del daño en una vía, extendiendo el trancón que alcanzó proporciones gigantescas.
La impaciencia de los conductores salta a la vista cuando estas situaciones ocurren y la formación de filas paralelas, la ley del más fuerte y el más vivo, lejos de solucionar el problema contribuyen a que la maraña sea mayor y el trancón persista.
Si es porque las actividades callejeras se programan y se advierte de los cierres de vías con el oportuno aviso, las cosas deberían funcionar sin mayores traumatismos. Para el caso del pasado 31 de octubre se informó del cierre de la avenida Libertadores a partir de la una de la tarde, pero para sorpresa de muchos, a las 5 y 30 de la mañana de ese día algunas personas que debían colocar elementos de logística en ese sector para la actividad de la tarde, decidieron a motu propio cerrar la vía en sentido norte-sur a la altura de las Cascadas, sin que las autoridades hicieran presencia y un poco después del mediodía, antes de la hora anunciada, comenzó el cierre definitivo de la importante avenida.
Las escasas vías alternas que hay en la ciudad no garantizan que los cierres se pueden hacer sin mayores inconvenientes para quienes no participan de esas programaciones. Lo cierto es que si una actividad de este tipo es coordinada con las autoridades imponiendo orden, podríamos todos disfrutar sin molestar a nadie. Los encargados de orientar el tránsito tienen la tarea de organizar, ejecutar y velar por el cumplimiento de planes que hagan placenteras esas horas, claro está, contando con la colaboración de todos los ciudadanos, algún día lo vamos a lograr.
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