“El Espectador presentó un explosivo vídeo donde aparecen el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe reunido con Fidel Castaño, donde se escucha que hay que incentivar la lucha de las autodefensas, así eso implique nuevas matanzas. El vídeo grabado posiblemente por uno de los hombres de Castaño, llegó al medio de manera anónima, y parece haber estado oculto por los descendientes de quién lo grabo, quien fue asesinado por las AUC días después de la reunión. El periódico anunció que va a sacar un número especial con la historia de los Castaño, encabezada por notas de todos los Danieles, sobre las revelaciones del video. Por su parte, el periodista Félix de Bedout, dijo en W radio, qué en una investigación realizada por su equipo de trabajo, muestra que para esa fecha el senador Uribe y el sanguinario ex líder de las AUC estaban por la época en Córdoba. Sobre la gravedad de estas denuncias ya se pronunciaron líderes políticos como los senadores Iván Cepeda y Jorge Enrique Robledo, considerado una de las estrellas del Congreso, y el congresista Lozada de las farc quien dijo que “se sigue probando la vinculación del régimen con el paramilitarismo”. Sobre el asunto, la directora de noticias de Caracol radio, Diana Calderón invitó a su programa radial hora 20 a debatir las implicaciones legales de ese vídeo al senador Roy Barreras, al exministro del interior del gobierno Santos, al analista experto en el conflicto político León Valencia, y a la parlamentaria Aida Abella, en representación de las víctimas, quienes concluyeron que dada la gravedad de lo visto, la justicia debía proceder de oficio, eso sí respetando el debido proceso, pero teniendo en cuenta a las víctimas del paramilitarismo. Al final del programa se entrevistó al presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien dijo que no se podía pronunciar para no inhabilitarse, pero que dada la gravedad del asunto está seguro que el máximo ente judicial se encargará del tema “desde mañana mismo”, y que se debía considerar la jurisprudencia existente de validez de pruebas sin investigar su procedencia”.
Este relato ficticio y caricaturesco, podría hacerse realidad con el desarrollo de las tecnologías que permiten realizar “mentiras profundas (deep-fakes)”, que según el artículo “deep-fakes y la nueva guerra de desinformación”, de Robert Chesney y Danielle Citron, en Foreign Affairs, hará que los antiguos métodos de desinformación parezcan batallas de espadas y escudos. Mencionan que las deep-fakes, que definen como “manipulación digital de audio y vídeo, altamente realista y muy difícil de detectar”, son la bomba nuclear de las fake news, concluyendo que la “desinformación es un arte antiguo, pero con renovada relevancia hoy”. Explican que las deep-fakes son el “producto de avances recientes en una forma de inteligencia artificial conocida como “deep learning”, en la cual conjuntos de algoritmos llamados “redes neurales” aprenden a inferir reglas y replicar patrones aprendidos de grandes bases de datos”. Lo grave es que esta tecnología pronto proliferará en la red, incluso de manera gratuita.
El imaginario presentado, se me ocurrió a partir de una frase del artículo que menciona que “estas dinámicas harán los medios sociales terrenos fértiles para circular deep-fakes, con implicaciones potencialmente explosivas para la política”. Y será más grave aún si aparte del periodismo, la justicia también está politizada, como en Colombia, con su manifiesta posición antidemocrática. Rusia y China serán muy pronto capaces de producir fake news. Un material así se puede mover por Venezuela, llegando a Colombia por los amigos del socialismo del siglo XXI, y seguro encontrará terreno fértil en el periodismo colombiano. Veo un riesgo grande ante la abierta, y según la “moralista” Paola Ochoa, “válida” politización de muchos de nuestros periodistas y medios, que logró que las compuertas que el periodismo serio había creado para verificar la veracidad de las noticias y sus fuentes, se encuentren abiertas de par en par para dejar pasar fake news del tipo más destructivo: deep-fakes.