El presidente Petro y sus ministros están boyantes en "iniciativas": la gaseosa-tramposa idea de la paz total que cuenta otra vez con el nuevo mejor amigo Nicolás Maduro, la "intervención" para bajar los costos de energía amenazando con hacer eunuca a la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) y “expropiar” los servicios públicos privados, la reforma tributaria con amenaza de tomarse las calles adobada con la frase "el que entendió, entendió", la condena a las crecientes invasiones de tierras pero con la policía inoperante, la reforma pensional tocando los fondos privados, las “reformas” destructivas del sistema de salud y faltan aún datos de otros ministerios.
Esta explosión de “ideas” pareciera una colcha de retazos pero en realidad todas buscan el cometido de hacer el "cambio" hacia un estado más colectivista y de base ideológica. Que se dirijan a lo mismo no quiere decir que sea coherente: solo siguen sesgos ideológicos.
Lo grave no es solo que los políticos tradicionales se unieran al gobierno Petro, dándole a éste la razón que partidos históricos como el Liberal y el Conservador son empresas electorales con ánimo de lucro, sino que la ciudadanía está como adormilada, en gran parte por los medios y las campañas de redes sociales sin profundizar en el verdadero objetivo de esas iniciativas, cuya agenda oculta he descrito en otras columnas. En esta hablaré de los llamados "diálogos regionales".
Esto que se vende como un ir a las regiones para saber sus necesidades y plasmarlas como “obligatorias” en el Plan Nacional de Desarrollo es solo una trampa más para llegar al deseo más preciado de Petro: una Constituyente "Dirigida". Los va a usar en primer lugar para influir en las elecciones regionales del año entrante.
Se hace énfasis en su carácter “popular”, significando con ello que los llamados a ellas serán los que "votaron" por Petro como lo dijo la locuaz ministra-activista de Minas y Energía de Petro porque, como sabemos, para el nuevo gobierno lo popular es de izquierda y lo demás reaccionario de extrema derecha y tendrán como ejes la búsqueda de la "paz total" y la reivindicación de minorías partiendo del axioma que todo lo hará el estado, eliminando la participación privada. La fallida propuesta izquierdista de Constitución chilena es un buen ejemplo de a lo que aspiran.
Estos diálogos buscaran mostrar que las "mayorías populares" están de acuerdo con un cambio constitucional basado en la paz total y la "equidad" en un estado omnipresente que buscará eliminar todo atisbo de descentralización; para eso necesita alcaldes y gobernadores, que a no dudarlo brotaran silvestres en las regiones en cabeza de los políticos de siempre. Se aspira al estado unitario alrededor del “líder” como en el comunismo y el fascismo.
Los sitios de los "diálogos" también hacen diferencia. Algunos son zonas de actuación de actores armados con una población residente cautiva y "orientada" y población visitante intimidada más todavía cuando las fuerzas militares hoy son "fuerzas de paz", sin ninguna capacidad de disuasión.
Los diálogos regionales no son como podría pensarse una visión estructurada de la planeación de abajo hacia arriba, de lo local a lo nacional. Son un medio político para un fin político; no se busca desarrollar la descentralización constitucional sino “justificar” un estado más centralizado apelando a una constituyente de "base popular". Y mientras Petro sigue reventando el estado por la puerta de atrás, los colombianos empiezan a protestar; ya Gustavo Bolívar organiza contramarchas.
Las langostas se cuecen más fácil si el agua se hierve lentamente. Las regiones deberían primero tener "diálogos" internos antes de ir a hacer genuflexiones al "líder y su cohorte" de activistas, donde más de uno de los muchos nuevos petristas regionales están listos a hacer lo que les manden. El enemigo no solo está afuera, también es interno. Ya se está viendo en los precandidatos a alcaldía y gobernación, “izquierdistas de toda la vida”: políticos de profesión.