Suramérica parece estar condenada a la desunión. Cuando no es una cosa es la otra. Desde 1810 que se producen fricciones, cuando no guerras entre nuestros países que con pomposidad y patriotismo se escamotean y disputan fronteras terrestres o marítimas. Ahora le toca el turno a Venezuela y Guyana, ex-colonia holandesa riquísima en recursos naturales: petróleo, oro, bauxita, uranio, manganeso y diamantes, además de abundante madera y una muy amplia biodiversidad. Por ello que intereses internacionales públicos y privados sobrevuelan dicho territorio, sin cuidarse de esconder su manifiesto interés por permanecer allí. Georgetown, la capital guyanesa se empieza a transformar en una ciudad cosmopolita, en la que los servicios de espionaje pululan tratando de obtener información y ganar influencia para sus países o casas matrices.
La disputa por el Esequibo se remonta a la colonia, cuando Holanda entregó a Gran Bretaña sus derechos sobre los territorios que hoy hacen Guyana y Surinam. Es en 1841 cuando Venezuela presenta el primer reclamo a Gran Bretaña para denunciar una invasión de colonos británicos.
Por aquél entonces, Gran Bretaña era un imperio en el que nunca se ponía el sol, por lo que Caracas pide ayuda a Washington invocando la Doctrina Monroe (América para los americanos), derivando en el primer arbitraje del caso. El, se conoció como Laudo Arbitral de París de 1899 y la sentencia le daba la razón íntegramente a Gran Bretaña, cuestión que Venezuela rechazó.
Argumentó y mantiene la tesis que el Esequibo es parte de su territorio porque fue una Provincia de la Capitanía General creada por España en 1777. Por su parte, Guyana sostiene sus bases en una línea fronteriza trazada por un explorador enviado por los británicos cuando recibieron esos territorios de parte de los holandeses lo cuál fue ratificado por el laudo Arbitral de París ya mencionado.
En febrero de 1966, se firmó el Acuerdo de Ginebra, entre Venezuela y Gran Bretaña a través del cuál se comprometían a encontrar una salida negociada. Guyana alcanzó su independencia en junio de dicho año y naturalmente que hizo suyo el Acuerdo de Ginebra.
Todo se transtorno cuando en el 2015, la petrolera estadounidense ExxonMobil que opera bajo concesiones guyanesas, encontró grandes yacimientos petroleros. En el 2018, la mediación adelantada por Naciones Unidas fue declarada por su Secretario General como finalizada, ante lo cuál Guyana solicitó la intervención de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), misma que se declaró competente para juzgar la validez del laudo arbitral de 1899 -Acuerdo de París- y lo relacionado con el asentamiento definitivo de la frontera terrestre.
Guyana leyó esta situación, como una relevante victoria diplomática, la que fue rechazada por Caracas, porque considera nulo el Acuerdo de París y no le reconoce competencia al máximo tribunal, aunque solicitó tiempo para realizar consultas sobre la contienda, cuya audiencia se fijó para el 26 de febrero venidero.
Ante este impasse, Venezuela le ha solicitado a las Naciones Unidas que retome sus “buenos oficios” para intentar evadir a la CIJ. Guyana no ha permanecido de brazos cruzados, sino que por el contrario denunció mayor presencia militar venezolana y rechazó los pasos adoptados por el Gobierno de Nicolás Maduro sobre el territorio en disputa.
La resolución que favorezca a uno u otro, le generará a Guyana la pérdida de dos terceras partes de su territorio, y para Venezuela sería un quinto del suyo, pero ambos verían efectadas sus economías. No siempre la lógica ha imperado en estas disputas territoriales y todo hace prever que esta situación no será una excepción. Ojalá me equivoque.