El nuevo Congreso, cuyas deliberaciones se prolongarán durante los próximos cuatro años, fue estrenado por dos diferentes desplantes, protagonizados por bien distintos actores: un expresidente y un exalcalde, que representan tendencias políticas bien diferentes y mostraron la conducta que, creen ellos, se debe asumir ante diferentes hechos: una citación ante la justicia y una algarabía en el Salón Elíptico. Los dos protagonistas representan tendencias políticas bastante distintas: la derecha y la izquierda. Alvaro Uribe, el ‘’milagroso’’, que obtuvo la mayor votación de la historia para conquistar una curul, presentó renuncia a su curul para mostrar su disgusto ante el llamamiento de la Corte Suprema de Justicia para que rindiera declaración ante una denuncia por la presunta violación de disposiciones judiciales, mientras que Antanas Mockus,, la segunda votación, repitió lo que él cree es una protesta pedagógica por un hecho que lo incomodó y en su concepto, era una falta de respeto para lo cual mostró una p
álida cola sin pantalones.
La pregunta pertinente es: ¿Las dos actitudes son correctas y deben ser imitadas por los colombianos en iguales circunstancias: una convocatoria de la justicia y una presunta falta de respeto?
Los dos exmandatarios, sin querer queriendo, como El Chapulín, han dado una lección a los colombianos, que podrán seguirla o no, si les parece pertinente en iguales circunstancias. Uno de los dos lo hace para oponerse a un organismo judicial al que le tiene tradicional antipatía y el otro quiso repetir una lección que ya había utilizado para educar al molesto público que tenía al frente.
Los colombianos podemos adoptar las mismas conductas, que son bien diferentes: una es el rechazo a una orden de la justicia y la otra es, también, la oposición a algo que no gusta, en la que no se está de acuerdo. Se busca educar de manera pedagógica, bastante original.
Creo que detrás de la primera hay otra intención, pero se necesita una pitonisa para saber la verdad. El expresidente Uribe, quien ha mostrado una inteligencia maquiavélica, parece que busca una respuesta masiva para su protesta contra el desprestigiado tribunal de justicia y algo más, pero solo el futuro lo dirá, porque el personaje sabe jugar a dos cartas. Solo el tiempo aclarará las intenciones ocultas, pero lo importante es: ¿cuál ejemplo deben seguir los colombianos: oposición a la justicia o educación? De la respuesta depende el futuro del país.