Vivir para ver. En los últimos días hemos podido conocer la mentalidad oscurantista de los ricos gringos y la progresista y altruista de sus émulos colombianos.
Mientras un aspirante a la candidatura republicana de los Estados Unidos, el multimillonario Donald Trump, dueño del concurso de belleza de Miss Universo, soltó chorro de babas para aspirar a la candidatura presidencial de los gringos, aquí, el hombre más rico del país, Luis Carlos Sarmiento, anunció la construcción de la más moderna clínica del continente, para tratar el cáncer, terrible enfermedad que se llevó a mi esposa y a muchos otros colombianos, que sufren las consecuencias de un mal que no perdona.
El señor Trump, más conocido por la elección de unas reinitas producidas por la silicona y los modistos que por sus realizaciones en el campo de la política y la inversión social, dejó abierta la boca de los electores republicanos al proponer –¡asómbrese usted¡ la construcción de una muralla, financiada por los mejicanos, para evitar el ingreso a los Estados Unidos de sus vecinos, en clara demostración de racismo y xenofobia, mientras aquí el más rico de los ricos, dueño de varios bancos y de varias empresas, incluyendo el mayor periódico del país, anunció la construcción de la más moderna clínica del continente, para el tratamiento e investigación de mortal enfermedad que anualmente se lleva a miles de colombianos de ambos sexos.
Para aquellos que piensan con el interés monetario debo señalar que la importancia del cuento radica en la diferencia de mentalidad entre un rico gringo, que solo piensa en conseguir más dinero, y un rico colombiano, que entiende la obligación de ayudar a sus compatriotas, varios millones de los cuales no tienen un pan para llevar a la casa.
Tal vez esa diferencia explica la política estadounidense donde lo más importante es atesorar más dinero y apretar a los pobres.
Aquí se está abriendo paso una nueva mentalidad entre las clases dirigentes, que entienden la importancia de ayudar a los más pobres, como una especie de seguro para evitar el odio entre las clases sociales.
En Estados Unidos, entre tanto, lo más importante es conseguir más dinero y atacar a los millones de vecinos, que se debaten entre la pobreza y la marginalidad.
Lo importante parece ser conseguir los votos de la derecha gringa, que sólo piensa en ellos mismos y les importan un centavo los vecinos pobres. Eso explica, en parte, porqué un blanco mató a nueve negros en una iglesia de Carolina. El odio racial es el motor que mueve a muchos gringos.
Pero lo importante en esta comparación entre ricos es la aparición de un candidato que todos saben hará el ridículo, ubicado en algo que es denominado ‘’la zona estúpida’’, no propiamente por su inteligencia y sapiencia sino por todo lo contrario. Prueba de ello es la idea de construir un muro de 3.145 kilómetros, financiado por los mejicanos, para evitar el paso de los llamados ‘’espaldas mojadas’’, los manitos pobres que pasan la frontera para conseguir trabajo. Es tan estúpida la propuesta que los demócratas están felices pues el candidato idiota, así sea muy rico, garantiza la victoria de la señora Clinton, quien sería la primera mujer en la Casa Blanca.
Aquí también ha habido candidatos exóticos: uno de ellos, Belisario Betancur, fue elegido con la bandera del ‘’Sí se puede’’, pero no se pudo y fuimos el único país que ha renunciado a un Mundial de Fútbol dizque para construir escuelas y hospitales, que hasta el momento no se han visto. GPT