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Duque y la frontera
Es refrescante oír que las fronteras son centrales en el modelo de desarrollo.
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Viernes, 17 de Agosto de 2018

La promesa cumplida del presidente Duque de visitar el Catatumbo el segundo día de su gobierno, esto es el jueves 9 de agosto, muestra la importancia que esa zona y la frontera en general, tendrán para su gobierno. Su visión la podemos sacar de su discurso de posesión.

Se refirió en primer lugar al abandono de muchas regiones, explicando que las bandas criminales aumentan su capacidad de daño en esas regiones, donde se han hecho promesas a las comunidades sin tenerlas financiadas. Y declaró que iba a hacer todos los esfuerzos requeridos para proveer bienes públicos en todo el país, con especial énfasis en las regiones que han sido golpeadas por la violencia. Y anunció que no iba a permitir que el crimen organizado siguiera “haciendo de las suyas” en nuestras fronteras, además, que en esta lucha va a estar al lado de Estados Unidos, buscando derrotar el crimen transnacional. Indica la necesidad de facilitar un mejor uso de las regalías compensando mejor a las regiones productoras, así como de eliminar las distancias entre regiones en desarrollo y las abandonadas al subdesarrollo.

Estableció que, para lograr equidad, había que mirar a los lugares del territorio nacional sometidos a la violencia, la corrupción y el “abandono institucional del estado”. Y respecto a los migrantes venezolanos indicó que hay que atenderlos, prometiendo proteger a su vez las fronteras. Anunció un dialogo permanente con las regiones que, sin buscar hacer milagros, si busca hacer lo mejor para el porvenir. Claro y coherente, presentó una política seria.

Lo primero a resaltar es que es refrescante oír que las fronteras son centrales en el modelo de desarrollo. Eso comparado con una frontera con enfoque “pacificador”, donde el desarrollo y la seguridad eran moneda de poco uso, es por lo menos esperanzador. Lo segundo es que no solo se enfatiza en la seguridad, sino en la necesidad de inversiones reales; esto choca con la visión “insurgente” que creó el gobierno Santos, donde los “insurgentes exigían” territorios exclusivos “comunitarios”, protegidos por “guardias campesinas”.

Será una tarea bien compleja distinguir los grupos del crimen organizado de la comunidad no ideologizada, pero habrá que hacerlo para ver si algún día el Catatumbo encuentra su visión como potencia biótica. Lo tercero es que, lo dijo también el presidente, el gobierno nacional no viene a dar soluciones milagrosas, sino a crear un modelo de desarrollo con la misma región, que ya debería tener una visión. Y dejarle eso a los gobiernos locales, será caer una vez más en el camino de la mediocridad y la ineptitud.

Creo que Cúcuta y Bogotá son las dos ciudades del país con los habitantes, y sobre todo dirigencia social, más indolente. La mayoría parece estar de paso, como los migrantes venezolanos. Ya debíamos estar preparando un programa de gobierno local y regional para las próximas elecciones, para no dejarle a los perores el manejo de la ciudad y la región. El dialogo con el gobierno Duque debería ser desde un plan holístico de región y no de “proyecticos” sacados de la manga por cada gremio o entidad con intereses.

Las oportunidades se dan, aprovecharlas depende de cada quien. Plantearle al nuevo gobierno nacional una mirada creativa con la región debe ser un imperativo de región; ya lo había mencionado en otra columna, la carretera marginal del Catatumbo debería ser una obra de seguridad nacional que se realice por fuera de los cánones usuales de justificación económica, estando en cabeza de los ingenieros militares. 

Ante la amenaza de seguridad que hoy representa el moribundo régimen venezolano, la región debe contar con la debida protección, sin seguir relegada a una brigada del ejército y manejándose todo desde Bucaramanga.

Sea esta la ocasión para lograr ese destete de la capital santandereana, pero para lograr eso, primero tenemos que mostrar que sabemos trabajar por nuestro futuro. 

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