Cuando hablamos de educación, tenemos elementos importantes de análisis, entre ellos, la denominada comunidad educativa, de la que hacen parte estudiantes, administrativos, padres de familia y sociedad en general.
Durante tres sábados hemos venido planteando los retos y desafíos de educar en medio de las hostilidades y los ataques, vulneraciones y problemáticas que rodean nuestros entornos. Por esto es muy importante analizar otros actores relevantes en el proceso de aprendizaje, como nuestros profesores, docentes o educadores, cualquiera sea el término que utilicemos.
Poco se habla de ellos, y quienes dicen tener la vocería de este sector, no nos representan a todos; ya que es requisito indispensable ser hombres y mujeres cultos, que educan dentro y fuera del aula con su ejemplo. Eso es ser educador, “maestro”, formador de personas nuevas y capaces de transformar realidades.
Entre otras problemáticas que presentan nuestros docentes, se le ha atribuido la sobrecarga laboral; las quejas son frecuentes, los docentes culpan a los padres, los padres a los docentes y en general, se va construyendo un ambiente de frustración y desconfianza en el que el profesor se siente incapaz de efectuar su trabajo.
Igualmente, hay que recordar que el malestar docente no se produce al margen de los problemas sociales, de los que también son parte. Según José M. Esteve (1994),“en la base del malestar docente se encuentra una implicación personal en el ejercicio profesional”. Es decir, quienes más se esfuerzan por realizar mejor su labor y tienen un alto nivel de compromiso en alcanzar las metas educativas, son también quienes más sufren estrés y depresión.
Cuando se alude al concepto docente, dice que “es ambiguo y que apunta a algo que no anda bien, pero no somos capaces de definir qué es lo que no marcha y por qué”. Se han realizado estudios como el de la Unesco en 2020 en diez países latinoamericanos, donde se afirma que: “al malestar docente están vinculadas las condiciones de trabajo de tipo estructural - material (de los edificios), pero también todo lo que viene de las condiciones de vulnerabilidad de la población estudiantil con la que los docentes trabajan, la precarización laboral del magisterio y la existencia del presentismo”.
Se entiende que también un deterioro en las condiciones de bienestar de los profesores y que su atención es escasa. Trabajos como el de Robert F. Cunningham (2004), concluyen que los factores que pueden producir la aparición del malestar docente están relacionados con el tiempo de servicio; los profesores con mayor tiempo de servicio tienden a presentar niveles de estrés más elevados. En ese mismo orden, los docentes del sector público resultaron más propensos a la depresión y el estrés en comparación con los del sector privado; en cuanto a la personalidad, los profesores con gran carisma, idealismo, perfeccionismo y búsqueda de metas son más susceptibles de sufrir “síndrome de burnout”o "síndrome del trabajador quemado", haciendo referencia a la cosificación del estrés laboral.
Este estrés se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y la autoestima del trabajador;sumado a las vivencias propias de los aconteceres de violencia,el trágico del no pago de sus salarios y el desconocimiento de labores tan importantes como educar en medio de la guerra armada o social.
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