La Economía de los países gira alrededor del campo donde se producen los alimentos para el consumo humano.
Pero, para ello es menester contar con vía adecuadas, las denominadas terciarias, que le permitan al agricultor sacar sus productos para la venta, generándoles una ganancia justa y real. Sin embargo, la realidad es otra y en nuestro país se expolia al campesino, pagándole a precio ínfimo los productos, con lo que desestimulan su labor, más, cuando estas vías para sacarlos son pésimas y en especial al agricultor y el consumidor que paga mucho más caro. .
Ninguno de los gobiernos se han preocupado por poner en funcionamiento el sistema férreo, que es mucho más barato, económico, por cuanto existe un monopolio de los transportadores de carga terrestre, para su propio lucro en detrimento del campo, afectando la economía nacional.
El trabajador rural, desde la mañana ordeña las vacas, como medio de subsistencia, debe salir en la madrugada a laborar para aprovechar las horas frescas y no soportar el candente sol a sus espaldas en la jornada.
Es injusto, que mientras el trabajador citadino goza de aire acondicionado en las oficinas, el rural esté sometido a la inclemencia del tiempo, sin recibir una remuneración adecuada, razón por la cual con inmensos sacrificios envían sus hijos a estudiar con la ilusión de darles mejor oportunidad y el campo va sufriendo abandono día a día, pues al retornar estos siguen las mismas condiciones. Urge, modificar este obsoleto sistema, para hacer más agradable la vida del hombre del campo.
Y los comercializadores del producto, marranean con su pago, perjudicándoles ostensiblemente. No solo esas condiciones sino la importación de productos agrícolas, son las que llevan a la ruina a los campesinos. La muestra la vivimos con la situación de la papa, que fue vendida directamente, para poder recuperar la inversión, por los productores, que se idearon la venta directa en las entradas de la capital para recuperar lo invertido y poder hacer frente a la crisis que generó la importación de la papa. Igual situación pasó con los cultivadores de cebolla roja en especial en Norte de Santander, por traerla de Perú. Y así con productos agrícolas de otra índole.
En síntesis, debemos pensar seriamente en restablecer el ferrocarril, motor de una economía sana, que generaría atractivos para viajar con precios más económicos y pensar en mejorar los salarios del campo, al tiempo que debemos voltear los ojos al mejoramiento serio de las vías terciarias, para permitir mejorar las condiciones de vida de uno de los sectores más abandonados.