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El balcón presidencial
No queremos que arda Colombia por una corrupción indetenible.
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Jueves, 23 de Febrero de 2023

Hace un mes dijimos aquí que chambonear es un anacronismo, consistente en dejar que los ministros anden por ahí ejerciendo funciones como ruedas sueltas, ignorando un axioma de la administración moderna como es el trabajo en equipo. Hoy se pretexta el chamboneo con la figura de la Delegación de Funcionesque es una figura institucional de la constitución de 1991 y de la Ley 489/98) con un marco preciso y también dando mandobles con humildad desde un balcón.

Cuando el presidente López Michelsenutilizó el chamboneo en 1974 con la promesa de convertir a Colombia en el Japón de Suramérica, tenía muchas dificultades nacidas del narcotráfico que empezaba y que le llevaron a crear la famosa y casi incontrolable ventanilla siniestra del Banco de la República para manejar las divisas cafeteras. Desde entonces, por ahí entró con disimulo el lavado de activos de la bonanza marimbera, con violencia, secuestros y extorsiones.

El “balconazo” que ahora utiliza el Señor Presidente es una forma novedosa y peligrosa del chamboneo, pues invitar al pueblo a levantarse y a no arrodillarse desde el palacio de Nariño en este país tenebroso, chamboneo diferente del escenario minoritario de los universitarios callejeros, que hacen anarquía en la carrera treinta con veintiséis de Bogotá, para lograr el cambio.

Obviamente que esta situación nos preocupa, pues los vientos que soplan del sur no son briza refrescante sino huracanes de terror.  Arde el Perúcontra el golpismo de Castillo y la ineptitud de Dina Duarte, arde Ecuador por el precio de los combustibles, arde Brasil por la deforestación y los incendios de los humedales, arde Argentina en Corrientes, en Misiones y Formosa por las sequías que arruina unas 800.000 hectáreas y el populismo inquebrantable desde 1950.

Obviamente no queremos que arda Colombia, sino que se apaguen las brasas que quedan prendidas en los llanos y que no logró apagar el Frente Nacional. Incendio que cambió de Combustible cuando se acabó ese pacto y se alimentó de la exclusión que se hizo la generación de los 60s y luego se agravó con el Partido Único que volvió botín el presupuesto público y la eliminación de los controles.

No queremos que arda Colombia por una corrupción indetenible y una medianía que borró la calidad del servicio público, de la que se preciaba la generación del centenario a pesar de su sectarismo ciego.

Hay razones para pensar, que el futuro nuestro decidido desde un balcón revanchista, no sea de prosperidad sino de privaciones.

Adenda: ¿Las Facultades extraordinarias conferidas al Señor Presidente, reeditarían el Articulo 121 de la Constitución de 1886?

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