Otra vez, por la falta de cultura política, problema de la mayoría de los colombianos, se está repitiendo la táctica de la época de los abuelos para que los niños se tomaran la sopa, rezaran las oraciones e hicieran las tareas, y que ahora se usa para conseguir votos: están asustando con “el coco”, la izquierda, un espanto que pocos saben que es, pero le tienen miedo, así como en el pasado le tenían miedo a los masones, una organización que pasó de moda y ahora no asusta a nadie.
El último personaje en utilizar el coco de la izquierda fue un exprocurador que se hizo famoso en su tierra, Bucaramanga, por quemar libros, como lo hicieron en su época los nazis, y por actuaciones que demostraron que era el más duro de los azules, mucho más que el asesinado Alvaro Gómez Hurtado, hombre inteligente que nunca pudo colocarse a la cabeza del conservatismo por culpa de sus enemigos.
El cuento del castrochavismo caló en la cabeza de muchos colombianos, que se asustaron ante la posibilidad de sufrir un fracaso como el de Venezuela, y en consecuencia dieron su respaldo al inexperto presidente Iván Duque, que camina de fracaso en fracaso.
Para enfatizar su rechazo a la izquierda, Duque se ha sumado al grupo dirigido por Donald Trump, exótico mandatario gringo. Colombia siempre ha ido a la cola de Estados Unidos y esta no es la excepción. En consecuencia, le hemos declarado la guerra al socialismo, que pronto, si no me equivoco, a través de China ocupará el primer lugar en el mundo. No hace mucho distinguida viuda de expresidente impidió durante varios años que reconociéramos diplomáticamente a Pekín y prefiriéramos a Taiwan: ¡esa es Colombia!.
El miedo a la izquierda ha calado en gentes que no tienen nada, pero que creen que van a perder todo a manos de los alumnos de Carlos Marx, un barbudo judío que hizo temblar a los viejos imperios, incluyendo el británico, que acaba de emparentar con dama bien negrita.
El miedo a la izquierda se agravó por las propuestas del candidato del aguacate, Gustavo Petro, que camina hacia el fracaso y puede perder su curul en el Senado, si el Consejo de Estado sigue despojando a la izquierda de sus cabezas. Los abogados de los incisos están buscando la manera de sacar al socialismo del Congreso para dejar allí únicamente a los que siguen las orientaciones del presidente eterno, el innombrable. De esta manera tendríamos un congreso que envidiarían Franco, Pinochet y Laureano.
Para que ingresemos a las filas del mundo democrático no es buena la unanimidad política: se requiere la diversidad, que permite las discusiones y ha empujado al desarrollo a muchas naciones, a las cuales ojalá se sume Colombia, que no debe caer en las garras de la intransigencia que produjo aquí en el pasado dolor y muerte. Ojalá siguiéramos el ejemplo de España, donde acaba de triunfar el socialismo democrático. Pero eso es tan difícil como tumbar a Maduro GPT