Las luces, la música, los estrenos, el licor, los mensajes, los menús con todos los condimentos y los programas de entretenimiento y animación, no fueron suficientes para mitigar siquiera el colapso desolador de la pandemia del coronavirus.
Ese efecto desgarrador, luctuoso y de otros estragos abrumadores fue señal persistente en diciembre, que es un mes festivo. Estuvieron dados todos los factores de perturbación. Era difícil poner alegría en medio de un oleaje de muerte, agonía y desesperación, además de la libertad perdida.
Hubo sectores de la población que buscaron sobreponerse a la adversidad y se animaron en el empeño de relajar un poco el ambiente, lo cual si bien fue positivo no alcanzó el objetivo propuesto.
Por eso también la llegada del nuevo año no tuvo el soplo de felicidad que le ponía encanto. Pero el nuevo año impone buscar salidas acertadas a los graves problemas que se han acumulado. Además de encontrar el remedio que pare el mal del virus, hay que disponer de soluciones efectivas para tantas necesidades y carencias dejadas por la pandemia.
Los sectores dirigentes del país, desde las empresas privadas o las posiciones oficiales no pueden seguir aplicando paños de agua tibia a males cada vez más extremos.
2021 está llamado a ser un año de cambio que ponga al país en un rumbo de satisfacciones ajustadas a las necesidades de la población. No se puede insistir en la manida fórmula de más de lo mismo.
La pobreza, la corrupción con sus variables, los desajustes de la justicia, la desigualdad que tantas fracturas ocasiona, el manejo feudal de la tierra y la proclividad de algunos en mantener la violencia como recurso político, es una constante nociva de urgente erradicación. Un compromiso que corresponde asumir a las corrientes progresistas, libre de populismo o demagogia, como aplicación de la democracia.
Si el país no rompe las estrecheces que lo mantienen en el atraso, se le facilitará la hegemonía al fascismo, sobre lo cual están dadas suficientes señales.
La suma de los males propios engendrados por el modelo aplicado al manejo de la nación y de la pandemia muestran una encrucijada propicia al aniquilamiento. A partir de este año 2021 se requiere unificar fuerzas que se comprometan con un programa que le infunda a la política el interés colectivo y la sustraiga del interés de los círculos retardatarios que se enriquecen a costa del erario público y de la pobreza que padece la mayoría de los colombianos. Vale la pena tomar en cuenta lo que dice la socióloga argentina Maristella Suampa: “Nadie dice que sería fácil, pero tampoco es imposible. Necesitamos reconciliarnos con la naturaleza, reconstruir con ella y con nosotros mismos un vínculo de vida y no de destrucción”.
Puntada
El reajuste del sueldo a los congresistas es en parte la retribución del ejecutivo a su sumisión obsecuente.
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