La pandemia de la COVID-19 ha causado estragos de impacto devastador con su letalidad extrema en todo el planeta. Llegó a los lugares habitados y ha segado vidas humanas en cantidad desgarradora. Es la muerte al por mayor, con secuelas que generalizan el dolor, en condiciones de indefensión, pues no se cuenta todavía con los recursos para conjurar la intensidad del contagio y el balance es desolador.
La posibilidad de consolidar la vacuna en sus diversas propuestas abre una perspectiva de alivio. Sin embargo, se debe tomar en cuenta un tiempo de espera mientras se perfeccionan y confirman los procesos científicos en curso.
Y puede ser que la peste del coronavirus se aplaque después de los estragos causados. De todas maneras, esa tormenta dejará secuelas cuyo tratamiento tomará tiempo y demandará acciones especiales.
Allí no terminan los problemas. Todas las naciones se verán enfrentadas a la agudización de situaciones que se han acumulado a la espera de salidas que no dan para más alargue.
Colombia es una de las naciones llamadas a priorizar las soluciones a problemas que se han acumulado. El Gobierno no puede seguir omitiendo lo que le corresponde hacer para garantizar un rumbo democrático en cumplimiento de la norma constitucional del Estado social de derecho. En vez de estar empollando una hegemonía de alcance autoritario, con pretensiones de sectarismo partidista o de inclinar el poder en favor de los más pudientes, tiene que estudiar planes para generar empleo, fortalecer la atención a la salud, mejorar la educación en todos los aspectos, proteger los recursos naturales contra la rapiña de los grupos de asalto y desatar todos los nudos de corrupción.
En cuanto a la propiedad de la tierra y su explotación se necesitan políticas que erradiquen el feudalismo predominante y que es el factor de la pobreza que victimiza a los campesinos.
¿Y hasta cuándo se va seguir atizando la violencia? El acuerdo con las Farc del gobierno Santos fue paso decisivo en el camino de la paz. Hay que completarlo, adicionándole negociaciones con quienes siguen levantados en armas. Los recursos de la nación tienen que emplearse en la construcción de paz, que además de entrega de las armas por parte de los grupos de violencia, promueva cambios fundamentales para salir de atrasos de efectos perturbadores.
Los males paralelos al coronavirus deben tener un tratamiento de solución prioritaria, con lo cual todos los colombianos puedan vivir en democracia, en paz, con salud, educación y los demás beneficios que garanticen el reconocimiento y la aplicación de derechos que le den dignidad a la existencia humana.
Puntada
En 2021 los colombianos están llamados a ejercer sus derechos políticos para garantizar una nación democrática, con paz y con derechos que derroten el autoritarismo, el oscurantismo, la desigualad, la pobreza, la corrupción, en fin, la levadura del fascismo que tanto quieren algunos.
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