Tres factores concurren para expresar preocupaciones en torno al crédito: En primer lugar, el alza, bastante considerable, de las tasas de interés; en segundo lugar, la prevención del sistema financiero para hacer desembolsos, en razón al crecimiento de la cartera vencida, y a la incertidumbre de recuperación de la misma por el alza de los costos; y, en tercer lugar, el escepticismo en la inversión frente a una reforma tributaria, y a una modificación en las estructuras de gobierno.
Los recursos del crédito son sin duda uno de los factores determinantes a la hora de impulsar la inversión, de estimular el desarrollo, y por supuesto, de impulsar el empleo.
Desgraciadamente, cuando la inflación gana terreno, muchos indicadores económicos comienzan a experimentar deterioros paralelos, que van alterando el clima de la economía y que lleva a los países que la padecen, a sufrir consecuencias lamentables, y a veces atroces.
Por eso es que, dentro de un esquema de sostenibilidad, las autoridades económicas tienen que actuar sobre escenarios de planeación muy estudiados y sopesadamente calculados, para poder estar en capacidad de mantener la armonía de los indicadores económicos, pues casi siempre, cuando un elemento falla, las repercusiones en el resto del engranaje no se hacen esperar.
En materia económica, el sistema actúa como un complejo engranaje de fina relojería, en donde cualquier instrumento que resulte alterado, va a significar que el reloj se atrase un poco, o mucho, o lo que es peor, que la máquina deje de funcionar.
Un alto costo en los recursos crediticios, hace que muchas inversiones entren en un compás de espera; y, por otro lado, ese mayor valor, va a significar que los niveles de rentabilidad bajen y que las deudas comiencen a ser impagables.
El sistema crediticio, al aplicar políticas de restricción, no hace otra cosa que resguardarse, pues, al fin y al cabo, administran unos recursos que son del público, y es a quien deben responder con todo su esquema de compromisos pactados.
Por otro lado, cuando hay restricciones en materia de crédito, surgen como arpías los agiotistas, que se aprovechan de la situación y caen sobre todos aquellos empresarios con dificultades, para hacer de las suyas frente a la necesidad manifiesta.
Dentro de este escenario, no podemos perder de vista de que uno de los sectores que mas requiere de crédito son las mipymes, que, según la Asobancaria, representan el 99,7 de las empresas del país y generan el 78% de los empleos.
Si no es posible retomar rápidamente la normalidad en este factor, las consecuencias no se harán esperar, y la economía, expresada en el crecimiento del país, se va a ver seriamente afectada, lo que desembocará inevitablemente en el deterioro de la calidad de vida de las personas.