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Pierre Moscovici, reconocido líder de la Comunidad Europea, quien fuera ministro para asuntos del Continente, ha dicho en entrevista que recoge El Tiempo, que Europa está en un cruce de caminos, de donde saldrá dividida como tantas veces, o consigue pasar por encima de las divisiones tradicionales y se renueva.
Esa es precisamente la disyuntiva que tienen casi todos los países, en donde se incluye desde luego al nuestro. Siempre dos caminos cruzados que señalan en la mayoría de las veces equivocaciones y grandes confrontaciones, pero nos quedamos en el nudo alimentando el conflicto y no surge el instrumento que permita depurar, esclarecer, superar, proyectar e idear el marco superior que sea el que zanje las divergencias y el que produzca la iluminación de un camino superior que sea el que permita avanzar y abordar la escalera para llegar a estados superiores.
Estados Unidos se quiere refregar con China; en Europa se frisan todos e Inglaterra huye solitaria, y Rusia traza su propia política en donde solo admite adhesión y no deliberación.
Y al interior de los países surgen las fuerzas políticas cada vez mas de extremas, en donde solo es posible contemplar el triunfo de una sobre las otras y no la concertación, la construcción de puentes y la asimilación de conceptos que puedan fusionarse en ideas creativas y de evolución, de convergencia, y no de regresión.
El Estado siempre es necesario, y cumple su función constitucional, pero debe definir claramente su actividad, para que sea la licuadora que mezcle, depure y asimile, de tal manera que sus acciones reflejen intereses superiores que sean los que finalmente definan y encausen el rumbo de la nación, en donde sea posible ver estructurado el croquis que reúne a todos con lo mejor de cada quien.
Todas estas fatalidades que han caído sorpresivamente sobre el mundo, tienen una señal muy clara sobre los países, y desde luego sobre su clase dirigente, que es la de reinventarse. Y este es un proceso que no debe obedecer solamente a la aparición de una crisis, sino que debe constituirse en un ejercicio permanente que motive al crecimiento constante y a la prevención para evitar que los embates del tiempo y de las situaciones golpeen con mayor impacto.
Cuando una nación o institución trabaja sobre cimientos sólidamente pensados, depurados y condensados, estará en capacidad de soportar sin mayores riesgos la presencia de los impactos negativos, pero cuando éstos caen sobre instituciones débiles, atadas en nudos ciegos, éstas a su vez quedarán en la lona y en grave riesgo de desaparición, pues la cuerda estirará apretando el nudo.
El cruce de caminos, antes que provocar fuertes confrontaciones, debe servir para estimular grandes reflexiones; si así se obra, estaremos dispuestos para encontrar también grandes soluciones.