El Estado colombiano es ausentista consuetudinario en no pocos lugares del territorio nacional, ante situaciones de adversidad en la vida nacional y por esta circunstancia no cumple con los fines que la Constitución le impone para ejercer la autoridad de su competencia en los términos dispuestos.
Esa ausencia genera vacíos y abandono. Configura permisividad para la comisión de acciones en detrimento de derechos y demás garantías que hacen parte del ordenamiento legal.
Es frecuente la queja ciudadana sobre la falta de presencia del Estado en donde está obligado a intervenir para poner a salvo los intereses colectivos.
Es el Estado fallido, como lo ha calificado el canal Caracol en uno de sus informes periodísticos.
En lo que respecta a la ayuda que requieren los departamentos del país el Estado y el Gobierno nacional no tienen una política de igualdad y todo lo hacen con sujeción a influencias de orden clientelista, por lo cual el reparto de recursos no es equitativo.
Unos reciben más que otros. No se toman en cuenta las necesidades ni las prioridades.
La discriminación marca el rumbo y no los planes relacionados con las soluciones que debieran atenderse.
En el caso del Chocó es evidente la subestimación predominante, lo cual ha determinado que se acumule el atraso.
Al departamento se le da un tratamiento de menosprecio en todo. Hay sombra, inclusive, de racismo que recorta derechos a los afrocolombianos. El resultado es la laxitud oficial frente a los hechos negativos predominantes como la deforestación acelerada, la minería ilegal y la que se permite con privilegios reconocidos a empresas extranjeras con poder capitalista, de lo cual es prueba la Chocó Pacífico de Estados Unidos con su explotación sin control del oro y el platino por mucho tiempo. Otras irregularidades tienen el camino expedito con la tolerancia de los servidores que hacen parte la burocracia centralista que es sorda y ciega ante las encrucijadas de la lejana provincia.
El Chocó es víctima de la omisión del Estado en cuanto al cumplimiento de sus fines. No se atienden sus necesidades y los problemas se han multiplicado. En su territorio campean la violencia, las enfermedades endémicas, el aislamiento, la corrupción y las agresiones al medio ambiente.
Frente a esa negativa situación también es visible la falta de acción de los dirigentes. No hay voces que denuncien los desvíos, los olvidos, los abusos y todo lo que representa el mal trato.
El Chocó demanda reparación, pero no con paños de agua tibia sino con un plan que le infunda fortalezas y valorice sus recursos como debe ser.
Puntada
El COVID-19 llegó al Chocó y está causando estragos, mientras los recursos para atender ese problema son más precarios que en otras regiones de Colombia.
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