Gracias a las investigaciones del ex cónsul, inquieto intelectual y valioso amigo Hugo Espinosa Dávila (en las altas esferas le dicen Huguito, me consta), nos enteramos día a día del santo patrón, de quién cumple años, de los hechos de relevancia mundial, nacional y local, y a quién está dedicado cada día. Su Efemérides, que publica por redes sociales, nos mantiene al tanto de las grandes y pequeñas celebraciones, con una profusión de datos y cifras admirable, de manera tal, que a las seis de la mañana ya uno está enterado de los festejos celebracionales de ese día.
El día el zurdo, el día del peatón, el día del perezoso, el día de las almojábanas, el día del paralelepípedo, el día de la llovizna, nada, nada se le escapa a Hugo el investigador de asuntos desconocidos. Y si no me creen, búsquenlo por internet. No se sabe cuál será la fuente de Huguito, pero parece que el ex cónsul sabe más que don Google, de quien dicen que todo lo sabe.
Hace poco, por ejemplo, supimos que se celebraba el Día del gato negro, lo cual me llenó de alegría, porque es una manera de devolverle al gato negro su honra y su prestigio tan venidos a menos, y de resarcirle los daños y perjuicios que se le han ocasionado por semejante discriminación. Amigo de Satanás, el diablo en persona, compañero de brujas y hacedor de maleficios, son algunas de las falsas acusaciones que les han llovido a los mirringos negros. Solamente por ser negros.
Por cosas del destino, tuve el celular fuera de servicio algunos días. Descansé de redes, de wassaps, de noticias falsas, de cadenas y de chistes malos, pero desafortunadamente también me perdí de las efemérides de mi amigo Hugo. Y preciso. En esos días se celebró el día de la vagancia. Dolor que me dio. Porque hubiera felicitado a varios de mis amigos, algunos pensionados, que están entregados al delicioso oficio de no hacer nada. Descansan en la mañana, almuerzan y siguen en lo mismo después de la siesta. Pero no lo supe a tiempo y quedé mal con mis amistades.
Estoy a la espera del día del Cuchuflí, a ver qué dicen las efemérides sobre el cuchuflí, cuyo significado no he podido encontrar. Alguna vez, hace ya años, yo publicaba en este mismo periódico algunos versos cortos, mamadores de gallo, y los llamé Cuchuflí. Los dos o tres lectores que tenía, me preguntaban por el significado de esa palabreja y nunca supe explicarlo. De modo que estoy a la expectativa para cuando sea ese día, yo pueda saber qué carajos quería decir con semejante título: Cuchuflí.
Vivo encantado con lo que aprendo y descubro en las investigaciones de Huguito. Pero me asombré hace poco cuando se celebró el Día del beso robado. Así lo decía. Lo único que yo sabía al respecto era que en los aguinaldos, se jugaba al Beso robado. Se hacía la apuesta y en un descuido del otro (o de la otra), uno le zampaba un beso y ganaba. Por lo general uno de los dos se hacía el machete para que le robaran el beso, aunque perdiera la apuesta.
Mis recuerdos son amargos. Para una Semana Santa, se le cayó en una procesión la camándula a mi amiga, que caminaba a mi lado, y que me gustaba como el pan con leche a los gatos. Presuroso levanté el rosario y al entregárselo le clavé un beso robado en plena trompa. Si a Cristo le dolieron los azotes, a mí todavía me duele la cachetada.
gusgomar@hotmail.com
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion