Los indicadores de empleo están relacionados directamente con el crecimiento económico, y a ellos tiene que apuntarle el gobierno con todas las energías y recursos disponibles.
El año pasado, la tasa de desempleo en Colombia fue del 10.5%, y sin embargo el consumo de los colombianos creció 6%, al registrarse una cifra de $727 billones, lo que dentro del crecimiento de la economía, el factor consumo resultó aportar el 70%.
Para este año, con un panorama vuelto al revés por el efecto de la pandemia, nos estamos ubicando con un desempleo del 16.8% a agosto, lo que quiere decir que millones de colombianos han perdido su puesto de trabajo y por lo tanto su capacidad de consumo. A su vez, según los analistas, quienes han podido mantener sus cargos, gastan mucho menos, por el temor a poderlos perder en cualquier momento.
El efecto es que, al ser comprometido el factor del cual depende el 70% el indicador del crecimiento económico, el panorama general de la economía se verá seriamente afectado, tal como se calcula que, para el final del año, su crecimiento sea negativo en una cifra cercana al -5.5%.
Las empresas y los particulares que generan empleo, requieren de muchos estímulos inmediatos para poder sobrevivir, y no verse obligados a reducir sus ya debilitadas plantas de operarios, de tal manera que sea posible evitar la catástrofe. Ya el DANE nos ha dicho que el 80% de los colombianos consultados, indican que sus gastos se han visto disminuidos, lo que constituye una cifra aterradora, teniendo en cuenta su efecto.
Mantener la liquidez de los empresarios, para poder evolucionar dentro de las dificultades, resulta esencial. Es por ello que el crédito tiene que aparecer como una herramienta efectiva y fácil de acceder, en donde no solo sea posible obtener recursos, sino beneficios que permitan asumir el costo de la deuda y la amortización de la misma en plazos largos, sin descartar subsidios a la financiación. El fin, es no solo poder retener los puestos de trabajo, sino estimular la contratación de personal adicional.
Nadie está en condiciones de operar con tasas altas de interés, y tampoco con apremios inmediatos de amortización de capital. Eso tiene que quedar absolutamente claro. Ya existe la experiencia de la crisis económica del 30, en donde las empresas naufragaron esperando unas ayudas financieras que jamás llegaron.
Y paralelo a esto, es necesario identificar los sectores más golpeados, que requieren de instrumentos adicionales. Los importadores por ejemplo están parqueados, frente a un dólar que no para de subir, lo que les impide adquirir insumos, maquinaria o tecnología. Igualmente, quienes tienen deudas en dólares, están frente a una situación calamitosa.
A su vez, la inversión extranjera requiere de espacios muy concretos, para que lleguen capitales frescos. Sería bueno, por ejemplo, colocarles metas a los embajadores para que concreten propuestas de inversión.