El famoso centro político va a ser el caballo de Troya que la izquierda va a usar como estrategia para lograr el poder. Los medios de comunicación ya lograron su trabajo de igualar al expresidente Uribe con el extremista Petro (declarado chavista e ideológicamente procubano), y lo ubicaron como el otro extremo del espectro. Esa táctica les permite ahora buscar “ubicarse” en un centro político alejado de los “extremos”. Para referencia, Daniel Quintero, el incendiario alcalde de Medellín, se vendió como centro, y cuando se quitó la careta era gavirista-santista-petrista. Y esta trilogía explica la estrategia. El gavirismo representa la política práctica; sus decisiones no son ideológicas, son solo estudios de beneficio/costo. Las SS (el santo-samperismo) son la política por excelencia del engaño en busca de logros que alimenten los intereses del líder; se unen con quien sea que les sirva, y solo mientras les sirva. Cuando ya no son útiles, los desechan. Y el petrismo es el socialismo abierto, tipo Venezuela, acompañado por todo el espectro político extremista; desde quintacolumnistas como Iván Cepeda, experto en usar la democracia para destruirla, hasta las narcoguerrillas, para quienes una Colombia socialista les abriría el Pacifico para sus negocios. Todos irán por separado a la primera vuelta presidencial, pero para la segunda, el gavirismo-SS-petrismo se unirá alrededor del gran objetivo de la santipaz, que los colombianos ya sabemos cómo funciona.
Basta ver el elenco para saber el guion de la película. Empecemos por los pragmáticos de la nueva Social Democracia, cuyos mejores exponentes son Roy Barreras y Juan Manuel Galán. Roy Barreras, el gran camaleón siempre ha vivido de los “negocios” en el sistema, por lo que lo hemos visto pasar del uribismo irredento (“Uribe es el segundo Bolívar”) hasta la “Socialdemocracia” (la paz de Santos es su objetivo de vida). Juan Manuel Galán por su parte es la personificación de que la inteligencia y el carácter siempre salta una generación; él pensó que ser hijo de Luis Carlos Galán lo llevaría como en un tsunami a la presidencia, pero lo resintió ver que esa oportunidad la tomó Gaviria.
En ese espectro se encuentran dos personajes singulares: Antanas Mockus y Sergio Fajardo. Mockus para la izquierda es como el ratón Mickey para Disney; es el muñeco limpio y puro, a quien las contradicciones no lo afectan. Declaró que estando en la nómina de la Universidad Nacional “colaboró” con las FARC y que estaría dispuesto a ir a la JEP para limpiar su prístino nombre. Pero nadie dijo nada. Fajardo es el político joven que lleva un cuarto de siglo haciendo política. Es la definición de la centro-nada: no es de derecha, ni de izquierda, ni promercado ni antimercado, ni propaz ni antipaz. En lenguaje matemático podemos decir que vive en el principio de incertidumbre de Heisenberg.
Después están los tecnócratas SS, como Alejandro Gaviria, defensor ecológico (anti glifosato), pero mudo a la destrucción de bosque para sembrar coca, o a los derrames de crudo por voladura de oleoductos. Otro es Mauricio Cárdenas, típico representante de los economistas-políticos colombianos que se tomaron el país, entre modelitos econométricos “útiles”.
Y finalmente están los centro-izquierdistas, representados por el partido patilla: verde por fuera y rojo por dentro, junto a otros como el diletante Robledo.
La izquierda petrista-fariana (representada en lo político por Iván Cepeda y los senadores farc), hará su mejor esfuerzo en exprimir el paradigma del extremismo uribista, con apoyo de periodistas, académicos e intelectuales “progresistas”, mientras esperan que en la segunda vuelta hagan unión “programática” con el centro.
El centro político no existe en Colombia donde la lucha es entre democracia liberal o socialismo, pero la izquierda se jugará todo para que su mejor engaño les permita llegar al poder. Veremos que tanto los votantes habrán entendido que el paradigma no Petro, no Uribe, solo es la base de la estrategia de la izquierda para acabar la democracia liberal en Colombia. Soy pesimista.