Todos lo sabíamos: Estados Unidos entró en la etapa de decadencia que ha afectado a todos los imperios, desde que existe el mundo. La mala suerte ha afectado a los griegos, a los romanos, a los españoles, a los ingleses, a los dueños del mundo de todos los pelajes. No se ha librado de la mala suerte ninguna de las potencias que se han creído eternas, que han sido las dueñas del globo terráqueo y de todos sus tesoros.
Basta revisar las páginas de le historia para descubrir que es inevitable el destino de quienes, en un momento de la historia, se creen los propietarios del futuro. El mundo fue propiedad de personajes como Nerón, los reyes católicos, Fernando séptimo, Napoleón, Hitler y más recientemente Stalin, Mao, y los dirigentes estadounidenses que programaron invasiones de todos los países enemigos.
Pero si hay una ley inexorable es la que determina que los imperios tienen una vigencia limitada Nadie es eterno en el mundo, como dice la canción. Lo curioso es que los periodistas y comentaristas de todo el mundo vaticinaron que la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos era terrible equivocación, que podía marcar, como en efecto sucedió, la terminación de la hegemonía de los Estados Unidos, que no hace mucho era la principal potencia mundial en todos los órdenes,
Pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Trump, un ricachón sin experiencia en relaciones internacionales ni en convenios mundiales, ofreció, en caso de llegar al poder, desbaratar lo que había hecho su antecesor, Barack Obama, un gran mandatario demócrata, incluyendo construir un muro en la frontera con México, retirarse de las Naciones Unidas y abandonar el acuerdo climático con el que se busca acabar con la contaminación ambiental.
Trump ha cumplido en parte sus promesas, orientadas a conseguir el respaldo de los analfabetas gringos, que se creen el ombligo del mundo y no saben ni les importa dónde quedan Europa, Asia y América Latina. Ni les interesa el cambio climático mientras su país siga siendo el principal productor de trigo y de maíz y el primer fabricante de automóviles y de aviones Lo demás no importa, pues ha vuelto la vieja política proteccionista, bandera de Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial.
El presidente le llegó al corazón a los miles de ‘’nucas rojas’’, quienes representan lo más retardatario del gran país del norte y la clase agrícola del oeste, a la que no le interesa cómo está compuesto el resto del mundo. Son los que forman el Ku Klux Klan y suspiran por el regreso de la esclavitud. No se asombren por las próximas metidas de pata de Donald. Todo se puede esperar, hasta lo peor. Duele pensar que Trump es del mismo partido que Lincoln. GPT
P.D. Pobre presidente Santos, en manos de Benedetti y de Roy Barreras, aspirantes absurdos a candidatos presidenciales. Con esos amigos, para qué enemigos.