Por esta época se hacen los balances del año y se escoge el personaje del año. Algunos lo miran por quien “hizo más por el país”, desde una visión subjetiva, otros por quien mojó más prensa, con una prensa mayoritariamente gobiernista, y otros, finalmente, buscan hasta el anti-personaje como hizo la revista Semana, a la cual ya le quedaba feo declarar otra vez al tío del director de la revista y cuñado director del medio gemelo, El Tiempo, el presidente Juan Manuel Santos.
Para mí, por su impacto en el desarrollo político del año y por su carácter de anuncio previsivo de lo que vendría, el NO en el plebiscito del acuerdo de la Habana entre las farc y el presidente Santos. Como lo dijimos en su momento, el NO se satanizo por parte del gobierno como una visión únicamente uribista, para polarizar, como efectivamente se hizo, falseando, otra vez, que fue una manifestación de un país que ya sabe pensar por su amplia clase media, hoy estancada o retrocediendo gracias a las políticas del actual gobierno, que cerró el año con reducción en la calificación de las certificadoras de riesgo.
El deterioro en que hoy se encuentra el país, con un presidente empeñado a violar la constitución y la ley de todas las formas posibles, sin detenerse en pagar al parlamento por su proceso de paz y a corromper aún más a las cortes hasta hacerlas obsecuentes como el Consejo de Estado, le hicieron chocarse con una realidad electoral que le reventó su “unidad nacional” y puso a las cortes en posición cauta, sobre todo ante el escándalo del cartel de la toga que ha llevado a más de uno a pedir una constituyente para hacerle quimioterapia al sector justicia. Pero el presidente, obsesionado con el aplauso europeo, que poco a poco ha ido entendiendo lo que pasa, sigue en su “plan de paz”, entregando todo, con tal de figurar como un Nobel de Paz. Las recientes violaciones del cese al fuego del eln, que han contado con el silencio cómplice del estado, y una vez más el aval de los burócratas mamertos de la ONU, muestran que, para Santos, “la paz nominal” se ajusta perfecto al mundo virtual en que vive. El resultado de la consulta liberal, que enfrentaba a dos “paladines” de la paz y obtuvo algo así como 650 mil votos válidos, de un promedio de votos estimados de 17 millones, incluyendo la abstención, muestran que en las próximas elecciones habrá voto castigo, y muy seguramente, importantes recursos del presupuesto nacional se volcaran a “forzar” una votación más “gobiernista”, significando con eso, seguir con el SI, a pesar de todo.
Son innumerables las mentiras del NO que hoy son leyes sacadas por el fast track, y como lo reconoció el mismo presidente a la prensa inglesa, había que mentir para lograr apoyo popular. Esa declaración de parte no tuvo mucha prensa. Hoy, cuando el actual gobierno contamina lo que toca, y que todos quieren mostrarse contrarios a éste, el congreso detuvo la aplanadora “de la paz” y se hayan enfrascados en una lucha leguleya por la aprobación de las curules “para las víctimas”, otra mentira del acuerdo de paz.
El NO, logrado en el plebiscito de 2017, desató la tragedia nacional donde se hizo trizas el estado surgido de la Constitución de 1991 y dio origen a un nuevo conflicto, que sabemos cómo empezó, pero no como terminará. Eso es ni más ni menos, lo que se jugará en las elecciones de 2018, que se ven bien complejas, pero eso será tema de la próxima columna. El año 2017 nos deja como enseñanza que un NO a tiempo, es capaz de detener cualquier vanidad, por extravagante que esta sea.