Ya no se siente tan extraño, ni tan distante el páramo de Santurbán cuando se le menciona. Está cada vez más cerca porque se ha generalizado su conocimiento y hay mayor conciencia de su utilidad. Ahora se sabe que abarca 142.000 hectáreas, en jurisdicción de los departamentos de Norte Santander y Santander (Gran Santander) y que cuenta con 293 especies de fauna, 457 variedades de plantas, 42 especies de aves, 39 de mamíferos y 26 lagunas, según la descripción de RedBus. También confirma que “prácticamente este es uno de los nacederos de agua más grandes del mundo”. Así mismo: “Los páramos son tal vez en estos tiempos de desequilibrio ambiental, los ecosistemas más preciados para la humanidad. Uno de estos sitios milagrosos en Colombia es el páramo de Santurbán, un lugar tan bello como vital por el agua que allí reside”. Y agrega: “Está conectado directamente con los complejos de páramo Almorzadero, Cocuy, Pisba y Tota-Bijagual-Mamapacha. Sin duda, se trata de un privilegio que pocos países pueden darse”.
Pero no basta con el reconocimiento como reserva natural de importancia. Es necesario tomar en cuenta la atracción de la riqueza de Santurbán y ya no es un secreto el interés que allí han puesto empresas extranjeras para la explotación de oro. Minesa espera que el Gobierno le entregue la licencia correspondiente para entrar a operar como lo tiene previsto.
La explotación de oro en Santurbán afectará ese ecosistema y agotará el recurso hídrico que sustenta la vida de una creciente población.
Quienes están de parte de que apruebe la concesión presentan esa operación con el argumento de las regalías que recibirá la región. Ese es un halago inmediatista. Porque lo que puede recibirse en dinero nunca compensará el daño ambiental y el desabastecimiento del agua a que se llegaría. Es un atractivo deleznable.
Es necesario que en esto tome parte activa el Congreso con la expedición de una ley que no deje rendijas por donde puedan colarse los interesados en la explotación de oro en Santurbán. Varios senadores ya fijaron posición en defensa del páramo. Tienen que seguir hasta consolidar esta causa en términos que no quede vacío.
Es posible que en el mismo Gobierno haya servidores defensores del proyecto de explotación de oro en Santurbán. Hay que demostrarles lo nocivo de un plan de ese alcance. No se trata de ponerle palos a las ruedas del desarrollo sino de impedir el aniquilamiento de una reserva natural que es fundamental para la vida colectiva.
Hay que insistir en esta causa y tomarla como la expresión indeclinable de la protección de un patrimonio que no se puede entregar a la codicia de empresarios para quienes lo que importa es la rentabilidad de sus negocios.
Puntada
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