Sorprende bastante la posición del presidente Jair Bolsonaro de Brasil, que ante el incendio de miles de hectáreas en el Amazonas, sale a decir que esa reserva forestal no es del mundo, sino que lo es, únicamente de su país, y que por lo tanto él sabrá qué hacer frente a las circunstancias.
Una posición que puede resultar egoísta y absurda frente a lo que piensa el resto del mundo y que en su primera lectura puede significar que el planeta puede verse abocado a perder uno de sus pulmones, sin que nada pueda hacer para evitarlo.
La verdad es que hay que reflexionar mucho frente a esta postura del mandatario brasilero, quien además ha demostrado bastante independencia con sus posiciones de extrema derecha, en donde ha querido manifestar que él es el que manda y que por lo tanto todas las cosas que disponga pertenecen exclusivamente a su fuero.
Las pocas reservas forestales con que cuenta el mundo tienen que tener un tratamiento muy especial, en donde en su cuidado tienen que estar involucrados todos los países, pues a todos les afecta de manera directa.
Conservar una reserva de esta magnitud, con tantas amenazas de por medio, en donde entran en juego los pirómanos, los narcotraficantes, los explotadores de madera, y todos aquellos que quieren nuevas áreas para la agricultura y la ganadería, no es tarea fácil y menos cuando un solo país no está en condiciones de garantizar esa integridad.
Si la Amazonía se deteriora, el mundo entero padecerá su efecto en escenarios como el clima, la calidad del aire, el régimen de lluvias, la fauna y la flora, y vendrán épocas dramáticas para la humanidad.
El tema de las reservas forestales tiene que ser de preocupación y de atención de todo el planeta. Los organismos internacionales tienen que ir más allá de la lamentación y de la formulación de buenas intenciones y deben crear los instrumentos, con la participación financiera, y desde luego técnica, de todos, para que las reservas del planeta se puedan preservar; de lo contrario estaremos asistiendo a un lento, pero perceptible proceso de descomposición y por lo tanto de desaparición. El señor Bolsonaro puede aparecer como un personaje risible, pero la verdad es que puede constituir toda una amenaza para un tema fundamental para la humanidad, frente al cual necesitamos generar la conciencia necesaria para empoderarnos.