En el mismo momento en el que el mundo va haciendo espacio para pensamientos novedosos y controversiales, viejas ideologías se radicalizan para volver a imperar.
Un ejemplo de esto es que mientras una (gran) parte de Estados Unidos celebra la decisión de Obama, que abre la puerta a la lógica y a la verdadera democracia mediante la aceptación del matrimonio de parejas del mismo sexo en el país; facciones de grupos extremistas vuelven a tomar cursos violentos y fomentan nuevamente el odio entre sus ciudadanos.
A lo que me refiero con esto es a que el mundo no está ‘evolucionando’, como muchos investigadores y activistas suelen creer.
Por el contrario, mientras iniciativas de cambio e inclusión se van gestando y tienen éxito, otras ideas de odio toman lugar.
Es necesario tener en cuenta lo negativo, es necesario ver que aún prevalecen ideas xenófobas, anti semitistas y homófobas; además de racistas.
Hace quince días volvieron a aparecer noticias sobre el Ku Klux Klan (KKK) en los diarios del mundo, donde se los hace ver como presuntos responsables de la quema de siete templos en barrios de afroestadounidenses.
Todavía se está investigando y por lo tanto no hay sospechosos claros, sin embargo, esto sí deja indicios de un ‘renacer’ del grupo supremacista blanco.
La creencia generalizada actual sobre los miembros del KKK apunta a que hoy en día sus acciones están fundamentadas en la legalidad, a la acción política no violenta directa; como las protestas que se han formado en torno a la defensa de la bandera confederada, la cual es símbolo de racismo en Estados Unidos.
Lo anterior no es ilegal ni mucho menos, pero sí afecta políticamente al país, ya que este tipo de manifestaciones pueden engendrar intolerancia, a la vez que violencia.
A pesar de que la defensa de la bandera confederada por parte del KKK no sea un acto ilegal y sí haga parte de la acción política no violenta, lo cierto es que esta organización xenófoba, homófoba, racista, anti semitista, anticomunista y anticatólica sí comete actos reprochables por la ley. Según investigaciones del Southern Poverty Law Center (SPLC), organización no gubernamental dedicada a la defensa de los derechos civiles, las nuevas generaciones de supremacistas blancos están volviendo a sus orígenes. Los miembros más jóvenes del KKK se niegan a dejar atrás el pasado manchado de sangre de su grupo y aducen que “por vías pacíficas no se protegerá a los blancos”.
SPLC advirtió que las cifras de grupos de odio en Estados Unidos son preocupantes, ya que en total existen 784 grupos de este tipo; de los cuales 142 tienen inspiración neonazi, 119 son skinheads (cabezas rapadas), 115 son nacionalistas blancos y 72 tienen vínculos con el KKK. Lo peor, es que los líderes del KKK tienen poder político, en tanto que han realizado frecuentes y cuantiosas donaciones a miembros del partido republicano que aspirarán a competir por las elecciones presidenciales en 2016.
Si esta clase de grupos, de extrema derecha o extrema izquierda adquieren más poder, y si las autoridades siguen ignorando este hecho, se crea la combinación perfecta para generar nuevas guerras de odio y persecución como las que ya hemos visto alrededor del mundo. El problema no es sólo de Estados Unidos, ya que agrupaciones con identidades fascistas y nacionalistas extremos hay por doquier.