Esa es la conclusión a la que llegan dos libros editados recientemente, escrito uno por el físico Geoffrey West, y que se denomina, “Escala”, y el otro por el demógrafo y académico Paul Morland titulado “La ola humana”, quienes, con base en investigaciones muy técnicas, llegan a esa conclusión.
El profesor West trabajando con las mejores fuentes de datos que pudo encontrar, desarrolló la tesis que muchos sistemas complejos, sean estos organismos, vivos, ciudades o empresas, muestran tendencias logarítmicamente lineales entre el tamaño (medido por altura, área o peso), y el metabolismo, por ejemplo, entendida como uso de energía. Encuentra, por ejemplo, qué en los mamíferos, se da una función de potencias con índice de 0,75, lo cual quiere decir qué a cada aumento en el tamaño, el mamífero mayor es más eficiente en el uso de energía. En las ciudades, en cambio, ese índice es de 1,15. En estas, el mayor crecimiento poblacional lleva a un fortalecimiento cada vez mayor de los índices de crecimiento, y por eso las ciudades, en su gran mayoría, no mueren. Por ejemplo, dice West si la población se dobla el pib no sólo se dobla, sino que crece un 15% más. Paul Morland, por su parte, en su estudio del impacto histórico de la demografía, por ejemplo, muestra virtuosa la migración que se integra a su nueva sociedad. No se extrañe, qué si Colombia no se convierte en otra Venezuela, esa fábrica de pobres de que hablaba el alcalde Rodolfo Hernández de Bucaramanga, refiriéndose a las mujeres venezolanas, esos frutos de ellas, repito, sean quienes soporten en el mediano plazo el sistema pensional. La migración se debe gestionar para que pueda ser absorbida adecuadamente, pero para eso se requiere un modelo real de desarrollo, y no solo política asistencial. Interesante por lo que hoy estamos viviendo, de mayor exigencia de distribución de riqueza, y al mismo tiempo, de desestimulo a la creación de riqueza.
Estados Unidos es el mejor ejemplo de desarrollo basado en el crecimiento poblacional, pues su ímpetu se debe a las continuas migraciones de que fue objeto: holandeses, alemanes, ingleses, irlandeses, italianos, chinos y latinos. Pero, no solo es el tamaño, también importa la técnica, que en este caso se refiere a la asimilación por parte del Estado receptor de los recién llegados. Pero eso implica tener unos valores fundacionales claros, como los que defendieron los padres fundadores de la potencia americana. La inclusión por asimilación no implica eliminar la diversidad, sino expandirla en una más variada y floreciente innovación, sin abandonar los principios básicos. Y así ha sido hasta Trump, pues llegó a la Casa Blanca un empresario agresivo y un ignorante en temas de geopolítica. El problema se da en los países latinos, que no son diversos, sino contrarios, porque no tienen un solo principio fundante: para unos es la libertad de la democracia liberal, para otros es el modelo estatista-socialista, así haya fracasado de todas las maneras posibles, para otros más los valores fundantes son los de la Pacha Mama indígena. Pareciera que el principio fundador latinoamericano fuera la inexistencia de un principio fundador. Así la asimilación se convierte en buscar seguidores para cada una de las causas. A diferencia de Estados Unidos, en América Latina, tenemos el tamaño, pero la técnica es inexistente.
A pesar de eso, el crecimiento degradado es mejor que el decrecimiento. Para quienes no lo saben, Cúcuta ya detuvo su tasa de crecimiento exponencial, pues los migrantes en su mayoría van de paso, y la ciudad es campeona en desempleo. Con estudios como los West y Morland, se refuerza el estudio de ciudades, partiendo de su concepción sistémica orgánica, de desempeño complejo, dinámico y auto organizante. Claro, para que en Colombia la ciencia de ciudades se pueda insertar en la planeación urbana, es preciso desideologizarnos y saber que el régimen estatal actual, es nuestro gran peso muerto: no se basa en ningún principio fundacional. Si se mira el discurso político, todo gira hacia el populismo de derecha o de izquierda, buscando impactar en los votantes para lograr su apoyo, y pasar a su objetivo de capturar las rentas del estado, en un mar de jurisprudencia bizantina y contradictoria, que se usa para lograrlo. Hoy, en Colombia hay más abogados de los que racionalmente es posible tener, y hay un déficit de ingenieros, realmente bien preparados, y una miserable vida científica.
El tamaño sí importa, es la conclusión de estos científicos, que cierra una viejísima discusión en otros campos. Pero no todo crecimiento es desarrollo, a veces es simplemente hinchazón; se necesita inteligencia para que el crecimiento se convierta en desarrollo.