Fidel Castro ha muerto. Sin embargo, el mundo no se estremeció. Es que después de tantas veces que fue anunciada su muerte en medios de comunicación, la noticia ya no es noticia. Es sólo un acontecimiento. Ahora, no se puede creer que con su muerte vendrá una gran ola de cambios para Cuba, porque a decir verdad, el Castro mayor no era más que una ficción para la isla, y ya no planeaba ni incidía sobre el rumbo de la Nación.
Sin embargo, hay un grupo de actores para los que su muerte significa todo: La guerrilla colombiana de las Farc. Para Iván Márquez, Timochenko, Rodrigo Granda y Pablo Catatumbo, entre otros, el fallecimiento de Fidel Castro es una señal divina de que deben continuar para alcanzar sus objetivos. Además, creen que la firma del nuevo acuerdo (versión 2 de …?) es el mejor homenaje para Castro y sus ideales.
Alguien debería tomarse el trabajo de decirles la verdad, y contarles que el tiempo ha pasado. La (muerta) revolución ha fracasado y la bipolaridad del mundo también. La Guerra Fría terminó, y hoy hay potencias y súper potencias mundiales en diferentes rubros, no sólo el ideológico. Los guerrilleros de las Farc deben comprender, urgentemente, que la paz no tiene nada qué ver con Castro o con Santos, y que la lucha no es entre izquierda y derecha, sino contra la corrupción, el narcotráfico, las violaciones a los Derechos Humanos y la falta de institucionalidad, cosas que ellos mismos promueven y de las cuales son culpables sin lugar a dudas.
Además, deberán darse cuenta de que el error más grande de Fidel Castro fue creer que la Guerra Fría no había terminado y que podía seguir cobijándose bajo sus argumentos en las calientes playas de Cuba. Ya se percataron de que por la vía armada no se logran objetivos políticos ni se beneficia a la población, ahora falta, cosa que parece totalmente imposible, que entiendan que el socialismo sólo funciona en el papel.
Si las Farc realmente quieren formar parte del puro y casto espectro político de Colombia tendrán que hacer muchas modificaciones a su forma de proceder: Las palabras en medios de comunicación de los negociadores de las Farc parecen calculadas milimétricamente para hacer que el pueblo los odie. Sin embargo, deberían parar. La gente ya los odia, los aborrece, les repugna verlos en televisión día tras día y tener que leer de ellos en el 90% de la prensa escrita u online. Así que, ¿para qué hacer que los odien más?, ¿para qué decir cosas que enfadan a las víctimas?
Otra cosa, es importante enseñarle a los guerrilleros de las Farc, próximamente elegibles, que la política que harán es incompatible con la guerra que hicieron; y que el mundo cambió mientras ellos vivían en la selva con viejos libros de Marx, Engels y Stalin. Anacronismo puro.
El nuevo actor político tendrá que dar sus pasos con cautela, para evitar convertirse en un fracaso y ser el hazmerreír del mundo, como le pasó a Fidel. Si el partido político de las Farc inicia su batalla por el poder mediante la lucha contra un enemigo acérrimo –como lo han hecho durante sus últimas intervenciones–, bien sea el CD, Uribe o quien sea, de entrada van perdido, ya que ninguna revolución exitosa comenzó con el objetivo de hacer caer el otro. Cuba fue testigo.
Por último, deberán recordar, que no hay similitud entre hacer oposición (terrorista o pacífica) y ejecutar políticas o manejar un país, el ejemplo es Petro.
Fidel ha muerto, y no le importa a Trump, Putin o a Santos. Sólo le importa a un actor tan anacrónico como el fallecido: la guerrilla de las Farc.