Aunque muchos de los que no apoyaron la candidatura del ingeniero Jairo Yáñez a la Alcaldía de Cúcuta pretenden ahora hacer creer que aportaron su voto, no faltan los resentidos dispuestos a bloquearle el mandato que recibió en las elecciones del 27 de octubre. Ya se están haciendo ´ajustes´ torticeros, a la medida de intereses particulares, por encima de las disposiciones legales. Los mismos concejales se están prestando a esas maniobras con descarada desfachatez, como si fuera poco su permisividad en actos que le restan posibilidades de un mejor desarrollo al municipio. Es una calculada intención de introducir la politiquería en el manejo de la Administración, que equivale a distorsionar la función pública a contravía de la conveniencia general, o del bien común. Es la forma de ejercer la política en términos contrarios a lo que se espera de quienes tienen el manejo del poder o están investidos de responsabilidades inherentes al compromiso asumido de defender y proteger los derechos colectivos.
Pretender contrariar la prioridad de mejorar el gobierno del municipio es desconocer la voluntad popular expresada en las urnas. Porque los resultados electorales del 27 de octubre son una señal de que haya cambio en la conducta de los servidores públicos, que se erradique la proclividad a abusar del poder, que es un motor con el cual se jalona la corrupción y por consiguiente se incurre en la malversación de los recursos cuya destinación debe ser la generación de realizaciones para la satisfacción de las necesidades de la comunidad en la más alta escala posible.
Es mezquindad, egoísmo y mala fe, oponerse al mejoramiento de la administración local. ¿Por qué aferrarse al atraso, a la repetición de desvíos, a la improvisación y al menosprecio de un advenimiento de soluciones a problemas crónicos, agravados por las decisiones erráticas de funcionarios a quienes no les importa sino el beneficio individual o su particular enriquecimiento?
Cúcuta necesita entrar en una nueva etapa, lo cual implica dejar atrás los vicios que han debilitado la gestión de los gobernantes. Hay que erradicar con toda decisión la politiquería y hacer del ejercicio político una fuente de progreso, de construcción de cultura ciudadana, de promoción de la convivencia y de la consolidación de derechos, como reafirmación de la democracia, para la provisión de los ideales de enaltecimiento de la vida. Así tiene sentido la libertad y deja de ser una ficción.
Debiera ser común denominador en el ámbito local una apertura al entendimiento y generar un ambiente positivo a fin de que la gestión del ingeniero Jairo Yáñez, a parir del 1 de enero de 2020 como alcalde de Cúcuta, pueda poner en marcha sus propuestas de cambio. Es darle la oportunidad, sin trabas, de probar su temple de gobernante. No es un cheque en blanco. Porque también tendrá opción la crítica cuando se comprueben desvíos. No es obsecuencia sino deliberación con apego a la verdad, como es lo correcto.
Puntada
Hay quienes se empeñan en cerrarle espacios a punta de mentiras al paro convocado para el 21 de noviembre. Le temen a la protesta social, porque siguen aferrados a sus privilegios, que impone la exclusión, la desigualdad y la sumisión.
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