Pasadas las elecciones y conocidos los resultados, podría decirse que tanto el Concejo de Cúcuta como la Asamblea departamental fueron renovadas en una buena proporción, lo cual se espera que sea un hecho positivo y tanto el alcalde César Rojas como el gobernador William Villamizar tengan el respaldo de sus respectivos entes legislativos y les faciliten su labor en el periodo que comienza en enero próximo.
Entre las muchas cosas que tienen por hacer el alcalde electo en la ciudad está mejorar la seguridad, fomentar la industria para que definitivamente la haga independiente del comercio con Venezuela y a través de la inyección de capitales foráneos puedan surgir nuevas empresas que le den un cambio de identidad y estilo a Cúcuta.
Para que esto se logre se necesitan más que buenas intenciones. Porque las cosas van de mal en peor, basta con mirar la edición de ayer de La Opinión para enterarse con tristeza que la ciudad en Calidad ambiental presenta uno de los índices más bajos del país, tal vez para estar en sincronía con el bajo rendimiento y la clasificación en los puestos postreros del Cúcuta Deportivo en el fútbol profesional, lo cual le costó el paso a la B para el año entrante. Si hubiera una clasificación de este tipo en lo relativo a la gestión ambiental también iríamos para la B porque Cúcuta está en el rango de calidad muy bajo.
Los aspectos que mide esa encuesta realizada por el Ministerio del Medio Ambiente contempla entre otros: disponibilidad del espacio público, cantidad y calidad de las áreas verdes, contaminación ambiental y servicios públicos domiciliarios. Por tanto no causa ningún asombro lo que informa en la misma edición sabatina este diario sobre la invasión de los andenes y calzada en la avenida sexta y el nivel de contaminación por ruido y basuras, situación que se multiplica en otros sectores de la ciudad, sin soluciones a la vista. ¿Qué pasó con la ciudad verde? Ese era uno de nuestros orgullos y nos permitía sacar pecho cuando hablamos de nuestra ciudad. El rio Pamplonita con su caudal más bajo y no se concretan los planes del nuevo acueducto para el servicio de los cucuteños.
Si bien, estos problemas son un reto para el nuevo alcalde, la pésima calificación obtenida deja al descubierto el descuido enorme de la administración que está próxima a terminar.
Lo del Cúcuta deportivo lo padecemos con la debida tolerancia, no es la primera vez que ocurre y esta vez pasó por haberlo dejado en manos de negociantes. Mientras tanto, los aficionados, quienes somos los pilares del equipo, asistimos de manera indolente a este espectáculo, confiados en que algún día veremos surgir la divisa rojinegra. Pero lo de la baja calificación en los indicadores ambientales requiere acciones urgentes, porque es vergonzoso lo que está ocurriendo en esa materia y son síntomas claros de mala gestión administrativa.
