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En paralelo
Peña Nieto además dejó abierta la puerta para avanzar en la desinstitucionalización del estado, por lo que la gran incógnita es si AMLO la va a aprovechar. 
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Viernes, 13 de Julio de 2018

La revista de análisis de política exterior, Foreign Affairs, trae en su página web el artículo más reciente titulado “López Obrador y el futuro de la democracia mexicana”, escrito por Shannon K. O’Neil del centro de investigaciones Rockefeller.

Empieza mencionando que López Obrador, conocido como AMLO, impactó a sus votantes arremetiendo contra la corrupción, la violencia y las amplias desigualdades sociales. La misma fórmula de Petro en Colombia. Y menciona que la gran pregunta es que va a hacer AMLO de todo lo que prometió, empezando por aquella de expandir el papel del gobierno en ampliar y profundizar la red de seguridad social, así como emprender activas políticas industriales.

Pero de esas profundizaciones estatales usualmente lo que queda es un estado cada vez más grande e inoperante. Además, prometió mayores pensiones a los retirados y educación gratuita para todo el mundo hasta la universidad, además de subir el salario mínimo. Prometió algo muy en boga en la izquierda latina, autosuficiencia alimentaria, lográndola mediante una mezcla de control de precios en alimentos como maíz, frijol, arroz y carne, y fertilizantes gratis para los campesinos, así como otros subsidios directos. Plantea incentivar el desarrollo económico sembrando un millón de árboles frutales (no se sabe de dónde sacó ese número) en los deprimidos estados del sureste. Y para el agro en general, apalancamiento financiero.

Hizo la promesa de doblar la inversión en infraestructura como porcentaje del PIB, para construir aeropuertos, carreteras, trenes y un gran corredor vial del Atlántico al Pacifico para competir con el canal de Panamá. Un hombre lleno de ideas.

Pero todo esto lo haría sin subir los impuestos, y para cerrar el círculo de lo imposible, dijo que suspenderá las subastas públicas al sector privado para exploración petrolera, surgidas a raíz de la disminución de la producción petrolera, lo que garantiza que a pesar del mayor precio del crudo sea menor la renta petrolera. Y prometió otra autosuficiencia: la petrolera.

Todo esto me hizo acordar del título de un libro de hace unos años, “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, pensando más en los votantes que en AMLO. Estas propuestas contradictorias se profundizan cuando, quien se declara “progresista”, está en contra de dar derechos iguales para los homosexuales y, enfrentar los sindicatos de maestros (nuestro FECODE-POLO), para poder mejorar la educación. Esta última, que parece una propuesta que se enfoca en lo estructural, es tan poco creíble como todas las que hemos mencionado.  

Pero lo que más preocupa, según Shannon, es si va a respetar los pocos pesos y contrapesos institucionales de la democracia mexicana, basada en una presidencia imperial que el inepto de Peña Nieto se encargó de profundizar, utilizando el presupuesto nacional para cooptar el Congreso y “alinear” los medios de comunicación. México cuenta con un sistema de justicia que sólo ha visto aumentar la impunidad, y Peña Nieto lo acabó de afectar al designar nuevos magistrados, basándose más en su perfil político que, en su capacidad como juristas, con lo que el sistema de pesos y contrapesos se debilitó aún más. Y para contar con buen presupuesto para concentrar poder, la deuda externa la pasó del 33% que recibió, al 47% que entrega. Cambié Peña Nieto por Santos Calderón y estamos en Colombia.

Con eso, Peña Nieto además dejó abierta la puerta para avanzar en la desinstitucionalización del estado, por lo que la gran incógnita es si AMLO la va a aprovechar. La diferencia entre México y Colombia es que aquí no ganó el populismo. En paralelo iremos viendo cuál podría haber sido el destino de Colombia se hubiera ganado Petro. Es difícil tener la suerte del presidente Duque, quien puede tener un espejo de Colombia en paralelo, sobre el cuál compararse. Si el gobierno Duque no logra reorientar la dirección “mexicana” de Colombia, seremos la próxima víctima del populismo de izquierda.

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